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La reina de Busan observo a su pequeño dormir tan tranquilo. Quería que se quede así para siempre, sin el conocimiento de lo que sucede a su al rededor, sin tener que pensar en su futuro y todo lo que conlleva su alma. Su sentencia absoluta.

Siente que ha fallado como madre. Su bebé, que tenia días de nacido ya estaba comprometido a casarse con un hombre sin importar qué.

Y no puede hacer nada, tiene que cumplir su palabra.

-Su majestad ¿tiene el tiempo para el informe del príncipe?- una sirvienta entro a la habitación haciendo una reverencia. Era importante que la reina se informara sobre el estado de su pequeño.- El curandero llegó para la revisión.

-Haz que pase- ordenó la reina con un semblante serio. Al asear al pequeño había notado algo extraño en él por lo cual llamó al anciano de emergencia. El niño tenia que estar en una buena condición y no solo por la responsabilidad de madre, también por como sería entregado al príncipe Min.

El curandero entro a la habitación cauteloso, con el permiso de la reina el pequeño fue desnudado para una revisión completa y checar la inquietud que tenia su majestad.

Se percato que el niño estaba en perfecto estado físico , reaccionaba bien a pesar de ser muy tranquilo y no había deformaciones alarmantes.

Solo había una peculiaridad en su organismo de lo que no estaba seguro. Era muy escasa la situación en la que se encontraba el pequeño. Y no sabia si la reina tomaría como algo bueno la diferencia que tenía.

La reina quedo perpleja al escuchar su diagnostico- ¿Cómo que puede concebir?

-Bueno, tiene mucho tiempo cuando me toco atender un caso así y no es común en absoluto pero tiene ese... don- debía medir sus palabras pero en realidad no sabía que decir, de cualquier manera en que lo dijera, por la reacción de la reina, no era nada agradable.

-Mi hijo es un fenómeno- susurro consternada.

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