Palacio de Luna, Shakhak
Poco antes del anochecer, el príncipe de Luna despertó sobresaltado. Intentó sin éxito recordar su sueño. Tenía, sin embargo, muy presente en la mente la figura de su madre y supo que había soñado con ella. Hacía demasiadas noches que no la visitaba y pensó que debía hacerlo pronto.
La reina Ashakiah no vivía en el Palacio de Shakhak desde hacía mucho tiempo. De hecho, él siempre había pensado que la enfermedad de su padre se debía a su ausencia, y aun sin tener ninguna prueba científica de ello, Kyalen estaba de acuerdo con él. Esto causaba un gran dolor a la sanadora porque en el fondo sospechaba que ella había sido una de las causas de aquella separación. La reina nunca había aprobado la presencia de Kyalen en el palacio. La decisión del rey de educar a aquella extraña de piel morena junto a su hijo, y de proporcionarle los mismos lujos y atenciones que al príncipe, le había parecido inaceptable, aunque nunca se hubiera mostrado directamente hostil hacia la niña de Sol. Se limitaba a una actitud de indiferencia acompañada de algunos comentarios que no le permitieran olvidar su inferioridad con respecto a Olghar. Ashakiah era demasiado digna y orgullosa para expresar abiertamente sus preferencias, pero Ghirmadel la conocía muy bien y no ignoraba lo que se desarrollaba en su corazón. La reina había ido distanciándose de él poco a poco hasta decidir que su salud necesitaba un descanso del continuo ajetreo del palacio, por lo que comunicó a todos que se retiraría un tiempo a la residencia que los monarcas poseían en un tranquilo lugar de las montañas, conocida como la Casa Plateada de Shakadel. Pero la reina nunca regresó.
Olghar se levantó todavía inquieto por el sueño que le había obligado a despertar de forma tan brusca y que no lograba, no obstante, recordar. Tal vez estaba relacionado con la preocupación que sentía por Kyalen, pero precisamente no le tranquilizaba que su madre apareciera en sus sueños en aquellos momentos. Si alguna noticia sobre su hermana estaba pronta a llegar, prefería que su madre no fuera la mensajera, y quizá por esa razón su consciencia había borrado los detalles del perturbador sueño. La verdad era que no se sentía en absoluto más calmado que la noche anterior. Por el contrario, su inquietud parecía ir en aumento, y esperaba que las mujeres regresaran pronto acompañadas de su escolta y sin otra mala noticia que el resultado de la misión que habían ido a realizar.
Una vez aseado y vestido, sus pasos lo condujeron hasta los aposentos de su padre. Lo cierto era que no lo visitaba con frecuencia, pues le resultaba muy doloroso verlo en aquel estado y no estaba seguro de que su presencia reconfortara tampoco al monarca. Se mantenía informado de sus mejoras o recaídas a través de Kyalen. Aquella noche, sin embargo, llegó a sus habitaciones y entró después de anunciar su presencia con un golpe en la puerta. El rey se encontraba sentado en una gran silla en la antesala de la estancia, ataviado con ropa de cama y acompañado únicamente por su ayuda de cámara, que se excusó y salió en cuanto vio entrar al príncipe. Los aposentos reales no eran demasiado grandes ni contaban con ningún gran ventanal, como los de Olghar. Las alfombras con adornos de plata, los cortinajes que cubrían la única ventana alta y estrecha y el mobiliario de colores claros habían permanecido igual desde la partida de la reina. El rey había expresado su deseo de no alterar la decoración en modo alguno y, muchas veces, se sentaba frente al retrato situado sobre la cama real, en el que aparecía junto a su esposa. Lo había ordenado pintar antes del nacimiento de Olghar. Ashakiah lucía un largo vestido gris claro y una diadema de plata sobre sus largos cabellos de rubio blanquecino. Nadie sabía lo que cruzaba la mente del rey enfermo mientras contemplaba aquel cuadro ni él hizo nunca ningún comentario al respecto.
Olghar acercó otra gran silla para sentarse a su lado. Ghirmadel mantuvo la mirada en la pared frente a él y no la dirigió hacia su hijo. El príncipe lo observó unos minutos con tristeza. Su aspecto cansado y ausente no conservaba nada del audaz soberano que Olghar recordaba.
ESTÁS LEYENDO
Shaktarha, de Luna y de Sol
FantasyShaktarha, de Luna y de Sol nos traslada a un mundo mítico de leyendas y secretos, marcado por un enigmático desequilibrio entre el día y la noche, donde una joven se convertirá en la única vía de reconciliación a través de la antigua sabiduría de l...