Capítulo 23. Lerkimaq (I)

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—¿Qué noticias me traes, viento de la noche? —preguntó el dios de la pálida luna.

El viento sopló a su alrededor y, tomando la forma de un corcel de brillante crin blanca, respondió:

—Tu señora ha partido hacia las tierras doradas para entregarse a Iqsare, diosa del día. Sabe que sólo la unión entre ellas podrá salvar nuestros mundos.

Shak se estremeció ante aquellas palabras.

—Pero fue a mí a quien Zuyhmar, fuente de todo sentir, aconsejó amar también la luz del día —objetó.

—Quizá la diosa no pudo soportar la idea de tu entrega, señor de plata —contestó el viento nocturno.

Pero ya en el límite entre sombra y luz, Shohyla sintió el temblor de luna y se detuvo.

—¿Qué estoy haciendo? —se dijo—. Sólo la unión sincera destruiría límites e ilusiones.

*

Palacio de Luna, Shakhak

Una brillante luna se reflejaba en la perfecta formación de relucientes armaduras plateadas produciendo danzantes destellos en los muros del palacio. El espectáculo habría procurado gran deleite a cualquier amante de las artes militares y aun así el rostro del príncipe Olghar mostraba una seriedad imperturbable. Él mismo se disponía a pasar revista a sus huestes.

Tras largas conversaciones con Arghush, líder mayor de las tropas de Luna, y otros asesores, el príncipe había decidido adoptar algunas medidas de precaución que no habían sido necesarias en el largo período de paz del que la región había gozado. En primer lugar, se acordó iniciar de inmediato la reconstrucción y fortificación de la vieja muralla que rodeaba la ciudad de Shakhak. Asimismo, fue decisión general del consejo que se empezaran los trabajos para cavar un profundo foso a lo largo de la muralla.

Olghar no pretendía que cundiera el pánico en la población, pero convenía estar preparados. Por el momento, ordenó que no se hiciera ningún anuncio, puesto que estaban actuando por intuición y no había aún ninguna razón para alertar a los habitantes de la Región de Luna sobre la posible amenaza de una guerra. El príncipe se basaba únicamente en la impresión que Vortyruq le había causado después de los últimos encuentros que había tenido con él y con su padre en el Castillo de Qermaruq. La actitud del príncipe de Sol había sido siempre altanera y belicosa. Además, a Olghar le parecía extraño que no hubiera solicitado ninguna reunión con él desde su toma de posesión del trono de Sol. Era necesario poner en claro la continuación de los tratados y de las relaciones entre las dos regiones, sin embargo, el nuevo rey se había limitado a mandar un emisario con la única intención de comunicar los cambios en su reino sin ninguna otra solicitud ni aclaración. A Olghar le parecía una actitud sospechosa o, por lo menos, poco amistosa.

Los soldados de armadura plateada permanecieron absolutamente inmóviles mientras el príncipe pasaba frente a ellos y se detenía en cada uno, junto a Arghush, que lo acompañó en todo momento. No fueron muchos los comentarios que Olghar tuvo que hacer. La formación era casi perfecta. Se trataba de las tropas de élite, los mejores hombres. En las noches sucesivas, el príncipe tenía intención de revisar cada una de las unidades que formaban la completa fuerza militar de la Región de Luna. Pese a haber intentado por todos los medios mantener la paz en su reino, no estaba dispuesto a permitir que un tirano como Vortyruq se hiciera jamás con el control de Shakhak. Sabía perfectamente lo que eso supondría para su pueblo y, por lo tanto, en caso de que fuera necesario, habría que luchar hasta el fin.

Shaktarha, de Luna y de SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora