Capítulo 38 - Y hundido.

225 15 7
                                    

Por mi cabeza rondando miles de pensamiento, un lío de emociones en el pecho, su CD girando en el reproductor, en la maleta poca ropa y muchas ilusiones... Cada vez quedaba menos para llegar...

A mitad del camino aproximadamente, paré en una gasolinera a repostar y estirar un poco las piernas, desenchufé el móvil del cargador del coche mientras me bebía una Coca-Cola para combatir el sueño y vi una notificación, el corazón en ese momento amenazó con salirse de mi pecho, por fin después de tanta espera había obtenido una respuesta, abrí el whatsapp de Malú con manos temblorosas...

"Diego... Deja de llamarme, por favor..."

Pocas palabras, pero lo dejaba todo muy claro, no quería volver a saber nada de mi... Ella acostumbrada a ser el mar de sensaciones que todo lo puede, me dejó a la deriva, tocado y hundido... Todo a mi alrededor en ese momento se derrumbó, todas las esperanzas e ilusiones que tenía puestas en este viaje se fueron a la mierda, una oleada de rabia me recorrió, rabia por no poder hacer nada, apreté el puño mientras trataba de contenerme... Seguía mirando la pantalla como un auténtico imbécil, sin ver nada, las letras escritas por ella hacia rato que se habían vuelto una única nube negra...
Tantos días esperando respuesta y tenía que llegar justo hoy, cuando más ilusionado había estado, cuando tenía la certeza de que iba a volver a verla...

Miles de lágrimas batallaban por salir de mis ojos, y consiguiendo su propósito se lanzaron en una carrera suicida por mis mejillas. Todas las emociones que había conseguido mantener a raya estos días, salieron a flote, dejándome con una mezcla de sensaciones, entre pérdida, soledad, dolor... ¿Qué debía hacer ahora? ¿Darlo todo por perdido? Miré al cielo buscando la tranquilidad que siempre encontraba ahí, únicamente la luna era testigo de mi dolor, una luna preciosa para ser compartida...

Conseguí tranquilizarme y pensar, allí en el sitio menos esperado, una gasolinera fría y sucia, con la soledad de la helada noche de noviembre, sentado en el mugriento suelo, con ese olor a rueda quemada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conseguí tranquilizarme y pensar, allí en el sitio menos esperado, una gasolinera fría y sucia, con la soledad de la helada noche de noviembre, sentado en el mugriento suelo, con ese olor a rueda quemada... Lo tuve claro en ese momento, ya estaba todo perdido, la había perdido y no había vuelta atrás, y todo por una maldita confusión, porque si de algo estaba seguro cada día que pasaba es que el hijo que supuestamente estaba esperando Elena no era mío, eso si de verdad estaba esperando alguno... Y si ya estaba todo perdido, ¿por qué no arriesgar hasta el final? Ya no me quedaba nada que perder, y si no luchaba estaba perdido...
Me iba a volver valiente y hacer algo que nunca antes había hecho, iba a luchar por lo que de verdad quería, quizás estaba siendo optimista de más, o simplemente estaba esquivando a la realidad, pero no quería, no podía arrepentirme luego de no haberlo intentado...
Era un gran lío, pero había decidido luchar hasta el final, porque esto no podía terminar con un simple whatsapp... No, no podía... No nos lo merecíamos.

Con ideas nuevas, pero sin la ilusión y la esperanza de antes, volví a subirme al coche y terminar con el viaje de una vez, cambié radicalmente de música, no quería que su voz siguiese traspasando mi alma, aunque era tarde, ella ya había conseguido traspasar mi corazón...

La luz de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora