Capítulo 4 - Vecina.

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Llegamos a "nuestras" casas, consistía en un portal donde se podían pasar a dos dúplex uno era el suyo y otro el mío, y siguiendo este mismo modelo había unos tres portales más a lo largo de la calle.

Pasamos al portal y esperamos a que José llegase, ya le había avisado Malú de dónde tenía que venir. Lo vimos entrar por la puerta sonriente.

-Mira que suerte la tuya... Te ha tocado el gordo con el vecino y a él, bueno a él...-dijo pensativo- él tiene una casa nueva-comenzó a reírse por la cara que le puso Malú, yo también me reí aunque rápidamente me arrepentí de haberlo hecho, no me acostumbraba a mantenerme serio...

-Idiota, no le hagas reír! Y tampoco soy tan mala vecina...-dijo pensando- no me vas a tener que aguantar mucho, cuando estoy de gira casi ni molesto-dijo mientras sonreía y me guiñaba el ojo. Sonreí era gracioso verla pelear con su hermano.

Entramos a mi casa, estaba toda amueblada, lo único que faltaba eran las cosas que uno se lleva, las que no puedes dejar de unos para otros.
De todas formas mañana lo arreglaría todo para que una agencia de mudanzas trajera las cosas de mi piso, pensaba hacerlo yo pero dudaba que ahora pudiera hacerlo.

-Tiene unos muebles bonitos-opinó Malú, la miré y le asentí agradeciendo.
-Seguramente cambie algunas cosas pero los muebles me gustaron desde el principio.- dije pensativo, ella me miró y sonrió, me preguntaba cómo podía estar sonriendo después de lo que casi le pasa, muchas otras personas seguro que se hubiesen pegado llorando unos días, admiraba su fortaleza y su manera optimista de ver la vida, y eso que sólo la conocía de hace unas horas.

-Diego toma las medicinas, y otra vez muchas gracias por haber ayudado a mi hermana, de verdad muchas gracias... Te estaremos agradecidos siempre por lo que has hecho hoy.- me dijo José agradecido, era muy bromista pero cuando se ponía serio se ponía serio.

-No hace falta que me des las gracias, lo volvería a hacer, no hay derecho a eso que le estaba sucediendo.-le dije de la forma más sincera posible, no conseguía entender como en pleno siglo XXI hubiese ese tipo de peligros por las calles, me miró sonriendo mientras asentía.

-Malú como ya no te tengo que acercar a tu casa, mejor me voy que mañana tengo que madrugar.-dijo mirando a su hermana, esta poniendo cara inocente se acercó a él y apoyó su cabeza en su hombro.

-Y ¿quién te dice que no me tienes que acercar a casa?- dijo de manera risueña, yo sonreí, era muy bromista, su hermano la miró y le sacó la lengua mientras ella reía.

-No creo que te haga falta, tu ocúpate de ayudar al pobre Diego y tú échala cuanto antes- esto último lo dijo riéndose, ella al escucharlo abrió los ojos como platos y le pegó en el brazo, yo sonreí porque no podía dar una carcajada, pero la escena lo merecía, eran muy cómicos los dos, muy naturales.

-Me voy, adiós Diego cuídate y ya nos veremos por aquí, suelo venir bastante a molestar a mi hermana. Y, tú, Malú, ten cuidado a la próxima no siempre vas a tener a tu nuevo vecino para ayudarte- dijo cuándo me daba la mano, y a ella dos besos y un abrazo.

-Dónde está la habitación? Que vaya a dejarte la maleta-interrumpió mi embobamiento momentáneo, la miré todavía llevaba ella mi maleta, fui a quitársela pero me esquivó y sonrió- tranquilo que lleva ruedas y no pesa.

-La verdad no sé dónde está la habitación, cuando me crucé contigo venía a verla por primera vez, físicamente digo la había visto por fotos cuando la compré.- me miró sonriente mientras se dirigía hacia las escaleras.

-Vamos a buscar entonces, pero si es igual que el mío la habitación está arriba, si no quieres subir te bajo el colchón.- me dijo, negué rápidamente con la cabeza, no iba a hacerla que bajase un colchón, estaba loca de remate.

-Tranquila son pocas gradas- no sé si era por el golpe, o el cansancio del viaje, o todo mezclado pero me resultaba casi imposible subir las escaleras de manera normal... Cada vez que subía un escalón un fuerte pinchazo me recorría el cuerpo... Ella iba por más de la mitad con la maleta cuando aún yo apenas había subido cinco gradas, se apresuró en subir el resto de gradas y la vi bajar rápidamente otra vez para ayudarme. En ese período de tiempo no había subido nada más que tres gradas más, me sentí tan torpe... Me rodeó la cintura con su brazo mientras me ayudaba a subir, era impresionante la fuerza que tenía ese pequeño cuerpo...
Llegamos a la habitación y ella fue hacia la cama, la cual después de quitar el edredón no tenía sábanas, eso no lo había previsto, me miró con cara de "¿Que vas a hacer?" Pero de repente la solución al problema cruzó su mente.

-No te preocupes te dejo yo unas, mientras tú te cambias yo voy a por las cosas.-asentí, pensaba rápido, ya me había dicho José que ella era "la jefa". Cuando salió abrí la maleta y saqué un pijama, y las cosas de aseo.
Me metí al baño a ducharme, creo que fue la ducha más dolorosa de mi vida, me lavé el pelo como pude y cuando me enjabone y sin querer rocé la zona del golpe, que por cierto ya tenía un color bastante feo, vi las estrellas. Me puse el pijama y me intenté secar el pelo, al ver que iba a ser doloroso decidí dejarlo mojado. Salí y Malú ya había puesto unas sábanas en la cama, asombrosa la rapidez de esta chica, era pura actividad.

-Muchas gracias de verdad, no tenías por qué preocuparte, me hubiese apañado de cualquier forma, y mucho menos dejarme tus sábanas.- le dije de manera tímida, no me gustaba molestar a la gente, y me daba la impresión de que eso estaba haciendo.

-De nada pero tú tampoco tenías por qué haberme salvado, y si no lo hubieras hecho tú te podrías mover.- dijo ella de manera despreocupada, negué divertido con la cabeza, en el poco tiempo que había pasado con ella me había dado cuenta de que era inútil llevarle la contraria a esta mujer.

-Tú ganas.- sonrió triunfalmente y se aplaudió, me hacía mucha gracia las cosas tan naturales que hacía, nunca me la habría imaginado así...

-Mira te he traído algunas cositas para que te apañes...- observé ligeramente, unos vasos, platos, cubiertos, agua...- y si necesitas algo solo tienes que ir a mi puerta y llamar.- la miré había pensado en todo en un momento, yo que estaba algo atolondrado del jet lag y de los calmantes que me habían puesto en el hospital, sólo le asentí.

-Muchas gracias "jefa"- le dije y le hice el saludo militar, me tiró un cojín a la cabeza, entre mi atontamiento y mi movilidad reducida me dio en la cabeza. Se empezó a reír muy fuerte, yo miré el cojín en el suelo y pensé en agacharme, sólo lo pensé, ella seguía riéndose, llevaba la toalla todavía con la que me había intentado secar el pelo, y se la tiré, no debí de hacerlo me dolió y ella al ver mi cara vino corriendo hacia mí.

-Mira que eres tonto, encima has fallado y no me has dado- la toalla no había llegado ni a la mitad del trayecto, me ayudo a sentarme en la cama y me devolvió la toalla yo la dejé sobre mis piernas. Ella se acercó hacia las bolsas de la farmacia y sacó las cosas, se acercó a mí con las pastillas y un vaso de agua.

-Tómatelas- me dijo, lo hice y le devolví el vaso de agua. La vi con el bote de crema en las mano... Esto si que daba miedo...

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La luz de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora