Capítulo 18 - Descubriéndome.

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-Joder... Mierda que torpe!- la miré divertido, se removió debajo de mi cuerpo y me moví hacia el lado para dejarla libre, sonreí ante su reacción.

-No te preocupes, no es nada.-busqué mi camiseta con la mirad.

-Déjame verlo.- interrumpió mi búsqueda, negué ligeramente con la cabeza mientras ella asentía.

-No hace falta que lo veas, además no me había dolido en estos días, ha sido por los golpes que me he llevado...- me miró con una expresión neutral que me hizo entender que no le convencía de nada mi argumento.

-Déjate de tonterías y levanta el brazo.- rodé los ojos pero la obedecí, se asomó, la verdad es que ya tenía mejor color, estaba de un color amarillento, por lo menos no asustaba tanto como el morado de los primeros días...

-Mira ya está más bonito, me gusta más este color.- le dije de manera tonta para quitar tensión, una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

-Bonito tampoco es, pero es más discreto.-

-Ya lo has visto, ahora devuélveme la camiseta.- ella negó con la cabeza mientras se levantaba del sofá.

-Está sucia, voy a por una...- le iba a decir que iba yo pero me distrajo cuando mientras pasó la mano por la cadena que me había regalado.

-Te queda bien eh! Que buen gusto que tengo!- sonreí y ella subió a por una camiseta, bajo muy rápido y me lanzó una a donde yo estaba, y sin pararse se dirigió a la cocina, la seguí y mientras me ponía la camiseta, la vi que iba hacia el cuarto donde estaba la lavadora, sonreí divertido con la situación.

-Tú cómo sabes donde está todo?- ella sonriente se encogió de hombros.

-Es igual que en mi casa, sólo que yo no tengo un armario tan bien colocado como el tuyo... Yo me hice un vestidor.- la miré sorprendido, ¿lo hizo ella? Seguro que me estaba vacilando.

-A ver como es eso de que te hiciste un vestidor? Tú sola?-ella soltó una risita divertida por mi expresión mientras se cruzaba de brazos.

-Pues con maderas, cajones... Ya sabes todo eso.- la miré divertido mientras rodaba los ojos.

-Sé lo que hay en un vestidor no hace falta que me lo digas... Pero lo hiciste tú sola?- ella muy orgullosa de si misma asintió con la cabeza.

-Sí, al principio no sabía lo que era un taladro, pero se me dio bien y sólo tardé una semana.- la miré divertido, esta mujer era una caja de sorpresas.

-Eres una caja de sorpresas...-

-Tú también... No pensaba yo que serías amigo del orden.- su voz sonó divertida.

-Me da mucha pereza tenerlo que colocar, así que pretendo que no se desordene y listo.- confesé mientras me apoyaba en la barra de la cocina.

-Lo tienes bien colocado, claro que sólo llevas una semana.- me reí, la verdad es que nunca me duraba dos meses colocado... Ella se quedó mirándome con una sonrisa divertida en la cara, la miré con curiosidad intentando adivinar lo que causaba ahora su diversión.

-De que te ríes ahora?- ella todavía con su sonrisa se encogió de hombros.

-De tu pelo...- una pequeña risita salió al final de su frase y no pude evitar sonreír.

-Que le pasa a mi pelo?- me pasé una mano por el pelo inconscientemente.

-Ven, que te peino.- reí mientras me acercaba a ella.

-Es imposible de peinar, llevo toda mi vida intentado peinarlo...-

-Venga agáchate que no llego.- sonreí y seguí de pie, no pensaba agacharme, me divertía picarla, negó con la cabeza mientras iba hacia donde estaban las sillas.

La luz de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora