Capítulo 37 - Tocado.

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Pasaron los días y no volví a saber nada de ella, parecía que se la había tragado la tierra, al menos para mí... Por más que había llamado a su puerta nadie me abría, tampoco escuchaba a su zoo y eso era una prueba muy evidente de que no estaba en su casa... Y es que todavía me acordaba de su cara al escuchar lo que Elena me dijo, y me siento la peor basura del mundo por no haber salido en ese mismo momento detrás de ella... Ella, la razón por la que me levantaba con una sonrisa por las mañanas, y vale que cuando le dije que la quería salió corriendo, entiendo perfectamente que no esté enamorada de mí, pero lo que no me parece justo es que ahora se piense que me he burlado de ella, que he estado con ella cuando iba a tener un hijo con otra...
Y sé que pensaréis que que hago que no la llamo por teléfono, también lo he intentado y ninguna de mis llamadas ha obtenido respuesta, ni tampoco mis whatsapps... Estaba muy perdido, necesitaba hablar con ella y aclarar toda esta situación, porque no la quiero perder, me gustaría por lo menos mantener la amistad que algún día tuvimos...
Y es que no podría dejar de quererla, cuando es lo mejor que ha pasado por mi vida...
El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos y me lancé rápido a por él, con la pequeña esperanza de que una de todas esas llamadas que se perdieron en su buzón de voz tuviera alguna respuesta, pero nada más descolgar mis esperanzas se perdieron en el abismo donde todo acaba...

-Diego, que te parece si te vienes a cenar esta noche con nosotros? Sergio está deseando verte.- mi prima ya sabía lo que había pasado, la llamé esa misma noche para contárselo, y me ofreció su ayuda, sus palabras y sus consejos.

-Buenas tardes prima, yo también me alegro de hablar contigo...- ríe al otro lado de la línea y me hace bien escuchar su risa, llevo tantos días sin escuchar la risa de alguien que sonrío.

-Diego déjate de tonterías, te vienes a cenar?- la verdad no tenía mucho ánimo de irme a cenar...

-Mónica, la verdad es que no tengo ganas de salir, prefiero cenar algo rápido e irme a la cama...- un bufido exagerado sonó al otro lado de la línea.

-Diego me das una pereza tremenda... Te piensas quedar en arresto domiciliario mucho tiempo más? O vas a dignarte a venir a cenar y ver a tus sobrinos?- en parte llevaba razón, desde que se fue no había hecho otra cosa que ir a trabajar y quedarme en casa esperando escuchar algún ruido al otro lado de la puerta.

-Vale, está bien, voy a cenar con vosotros... Contenta?-

-Sí! Por cierto Diego, tenemos que ir de compras para lo de la gala benéfica a la que tienes que ir...- en su voz se notaba la ilusión que le hacía ir de compras, y es que no conozco a nadie que le gusten las compras más que a mi prima.

-Compras? Contigo? Es obligatorio?- reí contagiado con su risa.

-Pues claro que es obligatorio, ni aposta te vas a poder librar... Seguramente deje a los niños con Max y así vamos más rápido.- comprar encima sin niños? Eso quería decir que iríamos a muuchas más tiendas...

-Me lo estoy pensando mejor... Creo que no necesito ir de compras...-

-No te vas a librar... Te esperamos a las 9 no llegues tarde.-

Llegué a casa de mi prima a las 9:20, el tráfico me había hecho llegar tarde, y si había algo que no me gustaba era llegar tarde... Nada más entrar, saludé a mi prima, a Max y a la pequeña Lucía.

-Y Sergio?- pregunté al no ver al pequeño diablillo por la sala.

-Está en su habitación, ve a verlo y tráetelo que nos vamos.-
Entré a la habitación en silencio y me senté a su lado, él estaba dibujando en un folio garabatos sin sentido, pero le ponía muchas ganas.

-Hola Sergio! Que haces?- el niño no levantó la cabeza de sus hojas, sonreí y me asomé ligeramente a ver que dibujaba, pero su manita apartó mi cabeza.

La luz de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora