9- Estaremos juntos.

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Dant:

El tiempo pasó volando o al menos ni Sebastian o yo lo sentimos pasar ya que después de todo lo que hicimos nos moríamos de hambre.

-¡Has suficientes papas fritas porque luego se terminan y me quedo con ganas de más!- la voz de Sebastian se escuchó ahogada dentro del baño donde estaba lavando su ropa.

-¡Ok. Ya te oí!- grité mientras le daba vueltas a un generoso pedazo de carne sobre la plancha.

Cocinar no era mi punto fuerte pero lo hacía con mucho gusto para él, me encantaba consentirlo y él también a mi, ya que él si sabía cocinar.

-¿Como sé cuando ya está cocida?-

-Sigue girándola ya casi termino para ayudarte-.

Después de unos minutos volvió; solo traía puesto un short azul pastel junto a una playera blanca y sandalias. Sus ojos verdes me miraban con ternura y en su boca una sonrisa.

-A ver-.

Al decir esto le di la espátula y comenzó a voltear la carne, me acerqué a él y volví a respirar su aroma natural mezclado con su perfume favorito que me volvía loco mientras lo abrazaba por la espalda, el se estremeció cuando mi respiración golpeó su cuello. Con una mano le agarré una nalga y la presioné fuerte al tiempo que le dejaba sentir mi erección en la otra.

-¿Y si dejamos la cena para luego y aprovechamos este momento? - susurré en su oído.

-Trata de convencerme- dijo arrastrando las palabras con cierto erotismo.

Fui hasta la parte delantera, con una mano tomé su erección palpitante que parecía querer salir de su ropa. Lo voltee para dejarlo frente a mi al tiempo que besaba su nariz y mordía una de sus mejillas, logrando en él acto, arrancarle una sonrisa. Llegué a su cuello besándolo, subí su playera y seguí bajando por sobre sus abdominales bien formados. Me deshice de todo lo que cubría su cintura hasta las rodillas, frente a mi cara quedó su erección en todo su esplendor y lo miré a los ojos, él solo sonrió.

Mis labios se hundieron en su miembro, él arqueó la espalda y gimió, un gemido ronco y masculino que me hizo querer devorarlo con fuerza y sin detenerme. Con mi lengua hacia círculos y de vez en cuando mordía su glande solo para ver como lo excitaba mas y mas. Su sabor se sentía delicioso y él olor de su perfume me tenía hipnotizado tanto que cuando mas lo aprisionaba mas empujaba al interior de mi garganta para que no quedara nada. Cuando se vino me llenó por completo y saboree, por fin, su exquisito nectar, después me puse de pie y lo besé. Sus labios y mis labios unidos con desesperación como si intentaramos acabarnos.

-Sigo teniendo hambre- dijo en mi oído.

Yo sonreí y nos apartamos para terminar de preparar la comida. Momentos después nos sentamos en él sofá a comer mientras veíamos una película en la computadora.

-¿Amor podrías traer él jugo? Lo dejé en la cocina - pidió él.

-Porqué él jugo y no una cerveza - dije mientras me ponía de pie, él sonrió.

-Una cerveza entonces-.

-Es lo que dije- afirme y me fui a la cocina.

Encontré la jarra con el jugo y lo metí a la nevera para después tomar dos cervezas, vi también un vaso con helado de vainilla y lo tomé, en la sala escuché el sonido de una videollamada.

-¡Dant!- la voz angustiada de Sebastian solo me hizo pensar en algo capaz de ponerlo así.

Corrí inmediatamente con las cervezas, él bote de helado y dos cucharas abrazando. Su rostro estaba contraído por él terror y había dejado de comer, sentí su mirada en mi y después me puse frente a la computadora. Mis sospechas se confirmaron al ver en la pantalla al hombre de la mascara con sonrisa ladina de pie y al fondo una ventana circular donde podía verse él agua del mar tan densa y en moviento como siempre.

Amores Anónimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora