32-Inconsciencia

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Se sirvió un vaso de agua al dejar las bolsas de las compras en la barra de la cocina. Respiró profundo y sintió como el agua enfriaba su garganta hasta llegar al estómago.

-¡Ya volví!- anunció Dant desde la cocina al tiempo que comenzaba a guardar en la nevera los productos lácteos, jugos y carnes.

-Ah, ya volviste, hace un rato oí un ruido y pensé que eras tú -.

-¿Un ruido?, ¿dónde?- interrogó mientras guardaba una charola con cervezas.

-Aquí mismo, salí a ver y no encontré nada ¿hiciste todo lo que tenías pendiente?-.

-Si, ya lo hice, además, de camino aquí recordé que tenía que comprar las medicinas de Sebastian y pasé a la farmacia ¿como sigue él? -.

-Ya un poco mejor, el doctor dice que está fuera de peligro. Con unos cuidados y las medicinas a su hora poco a poco se va a ir mejorando, aunque todavía falta ver que al despertarse no se altere y trate de moverse porqué podrían romperse las puntadas -.

-Si gracias, yo me haré cargo a partir de ahora ¿ya despertó? -.

-Aún no y no creo que lo haga hasta dentro de una o dos horas, el doctor le inyectó un sedante para limpiar la herida, cambiarle vendas y terminar de suturar un punto que se le había roto, además, para evitarle el dolor -.

-Pobrecito, debe estar sufriendo mucho - Dant le dio la espalda a Dylan cuando sintió que sus ojos se humedecieron por las lágrimas.

-Si. Seguramente, ¿te ayudo? - concluyó Dylan al tiempo que sacaba unas sopas de pasta de las bolsas que había traído Dant.

-Si, por favor - Contestó él -. ¿Terminas de guardar todo mientras voy a verlo?-.

-Si, adelante -.

Dant abandonó la cocina y llegó a la habitación donde Sebastian estaba, boca abajo, vestido solo con un jeans negro, su espalda de piel clara estaba vendada sobre el hombro izquierdo y se perdía en diagonal bajo el hombro derecho, donde estaba el disparo podía verse una ligera mancha rojiza entre las vendas. Los ojos azules de Dant enjugaron lágrimas mientras se sentaba a un lado de la cama y con una mano acariciaba el rostro del chico, que con los ojos cerrados y una respiración casi imperceptible, parecía un ángel.

-Nunca me cansaré de decirte que te amo, que todo lo que está pasando algún día lo vamos a superar y seremos felices de nuevo, te adoro, amo tus sonrisas y tus enojos, tu increíble forma de ser y de ver el mundo, me enamoré de todo lo que eres y quiero que vivas, que estés conmigo en cada momento y feliz de tenernos, yo... - las lágrimas se mezclaron con sus palabras y entre sollozos continuó -. Yo nunca te dejaré, pase lo que pase tú y yo estaremos juntos -.

La respiración de Sebastian era constante y en ningún momento manifestó un cambio que le hiciera ver a Dant que iba a despertar. Éste lo siguió acariciando mientras le daba pequeños besos en su frente, aunque le doliera verlo así, trataba de soportar, por él y por todos. Con Matt había tomado una decisión y un plan para capturar a Aaron ya estaba en marcha, si algo salía mal, lo único que le quedaba de consuelo era que Sebastian no lo vería fallar.

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Sebastian:

-Nunca me cansaré de decirte que te amo, que todo lo que está pasando algún día lo vamos a superar y seremos felices de nuevo, te adoro, amo tus sonrisas y tus enojos, tu increíble forma de ser y de ver el mundo, me enamoré de todo lo que eres y quiero que vivas, que estés conmigo en cada momento y feliz de tenernos, yo... Yo nunca te dejaré, pase lo que pase tú y yo estaremos juntos -.

Su voz, su increíble voz era como llegada del mismo cielo y ahí estaba él, frente a mí, con sus ojos azules mirándome, ambos recostados en un campo de flores violetas. Me acariciaba el rostro con sus manos suaves y cálidas al tiempo que con mis dedos jugueteaba con su pelo castaño; sus labios me llenaban de besos: como no amarlo si con él todo era diferente, podía verme en sus ojos reflejado y lo único que veía era el amor que por mi sentía.

-Seb. Yo te amo y te amaré siempre, aunque no me escuches, aunque algún día me dejes de querer siempre serás lo más bonito que me pudo haber pasado, siempre serás mi niño, ese que con su sonrisa cambia mi mundo, el que con su mirada me hace sentir especial, despierta por favor, despierta mi niño porque te necesito -.

Yo solo sonreía y en su mirada había lágrimas, cerré los ojos un momento tratando de comprender lo que decía, ¿por qué me pedía que despertara si yo estaba ahí con él y tomados de las manos?, intenté decir algo pero mis labios no pudieron abrirse y cuándo abrí los ojos las lágrimas que corrían por sus mejillas ya no eran lágrimas, era sangre que goteaba al tiempo que sus ojos azules perdían la luz y sus cuencas se llenaban de gusanos blancos: me aparté inmediatamente y vi como su rostro sonriente se transformo en una máscara de piel blanca que fue adhiriéndose a sus huesos hasta derretirse como si de una vela se tratara: su cráneo de color amarillento se convirtió en polvo al igual que todo su cuerpo y de lo que era su ropa solo quedaron harapos que el viento se llevó; las flores violetas se secaron como un pedazo de papel expuesto al humo y el aire que antes acariciaba mi rostro se volvió fétido y comenzó a ahogarme... Vi mis manos convertirse en hueso y después en polvo, todo mi cuerpo desapareció en él viento mientras lo veía desde una caja de cristal...

-Él no pudo salvarse a sí mismo y no te salvará a ti, serás su culpa con la que no pueda vivir, su pasado que querrá olvidar, la decisión errónea que siempre lo va a perseguir -.

Esas palabras destrozaron todo lo que me quedaba, la esperanza se volvió rabia, tomé impulso y golpeé la pared de cristal, grité furioso hasta que los gritos dañaron mi garganta, golpeé con todas mis fuerzas el cristal y mientras más golpeaba era evidente que no le produciría daño alguno y con los nudillos sangrando seguí golpeando fuera de sí hasta que la pared desapareció y crucé del otro lado, cuando me volví, la pared seguía ahí, sólida e impenetrable. Desde adentro, otro yo me miraba con esos ojos verdes como si en un espejo me estuviera reflejado, moví mis manos hacia los lados pero el otro yo no se inmutó y su mirada fría me atravesó.

-¿Por qué fuiste débil?, fue tu culpa, es toda tu culpa, no nos protegiste, dejaste que la muerte fuera por nosotros, nos entregaste en bandeja de plata -.

Sus palabras cargadas de frialdad me hicieron ver que no era yo mirándome en un espejo, esa cosa con mi apariencia, estaba echándome la culpa de algo que no comprendía. De su espalda sacó una máscara blanca con sonrisa ladina y se cubrió el rostro, dejando solo esos ojos verdes mirándome, de algún lado tomó un arma y la apuntó hacia mi.

-Tu no vales nada, si sigo bajo tu sombra nos conducirás al fracaso y no voy a permitirlo -.

Sus ojos verdes brillaban tras la máscara y la frialdad en ellos era evidente, la pared se cerró a mi espalda cuando intenté huir, toqué el cristal que tenía en frente para cerciorarme que fuera sólido como antes y en efecto, lo era. El estruendo se propagó en el vacío al tiempo que los cristales caían al piso y la bala se incrustaba en mi carne, provocándome una quemazón que paralizó mi cuerpo. Miré mis manos manchadas de sangre y lo caliente resbalando por mis piernas, volví a verlo una última vez solo para darme cuenta que esos ojos verdes que antes me miraban fríos, ya no eran verdes sino azules, soltó el arma y dejó caer la máscara al piso, que al contacto, se partió por la mitad, esa cara ya no era mi reflejo sino el de Dant.

Mi cuerpo se entumeció en pocos segundos, el aire en mis pulmones se fue de golpe y caí al piso en un estruendo en el que ya no sentí dolor porque en ese momento la oscuridad me tragó por completo.

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Algo grande se aproxima...

Los quiere su enmascarado favorito...

Si les gusta denle a la estrellita y comenten...

Nos leemos pronto...

Amores Anónimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora