42-Declaratoria De Guerra.

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El sol de medio día brillaba en lo alto del cielo y su calor era insoportable. James y Adam llegaron hasta el parlamento, el segundo, tenía la mitad de su cara llena de cicatrices por las quemaduras sufridas durante el atentado al candidato Ethan Collins, y al llegar a ese lugar todas las personas lo miraban como si intentaran poner distancia con él. Todos los alrededores del parlamento estaban fuertemente concurridos de curiosos y reporteros que intentaban abrirse paso entre la multitud para llegar hasta lo que sea que estaba ocurriendo ahí.

Los elementos de seguridad habían delimitado un perímetro con cinta amarilla para alejar a todos, pero incluso sus esfuerzos eran casi superados por el número de personas que intentaban pasar.

—Teniente James Stone — dijo él y le mostró su placa al policía que intentó detenerlo.

Entre dos elementos alzaron la cinta para dejarlos pasar mientras el griterío de personas y reporteros hacía difícil escuchar. En el lugar había dos bolsas negras ensangrentadas, una de mayor tamaño y otra, más pequeña.

—Reporte — pidió el teniente cuando vio pasar al comandante de aquella unidad. Era un tipo gordo, piel blanca, ojos cafés y cabello negro.

—Según los testigos un grupo de seis camionetas llegó y disparó contra la fachada del parlamento al tiempo que dejaban caer las dos bolsas negras desde las camionetas en movimiento todavía... — el teniente alzó la vista e identificó lo que aquél oficial le decía —. Todos afirman que se trató de los enmascarados, al menos veinte personas iban a bordo de las camionetas y así como llegaron, se fueron —.

—¿Y las cámaras de la ciudad?—.

—No hay rastro alguno de ellos, como si fuesen fantasmas, llegan de la nada y así desaparecen —.

El teniente ya no quiso escuchar aquello pues como siempre, esos delincuentes sabían ocultar sus huellas perfectamente. Sin decir más avanzó hasta la bolsa negra de mayor tamaño, Adam fue tras él mientras ambos se colocaban guantes blancos. James abrió la bolsa con un escalpelo e inmediatamente el hedor de un cuerpo en descomposición se hizo presente, Adam retrocedió unos pasos  al tiempo que el teniente le hacía una señal para que intentará sacar a la mayor cantidad de personas que pudiera de ese lugar.

—¡Quiero a todos fuera de aquí, ahora!—.

Tras la orden de Adam el oficial a cargo desplegó a un gran numero de uniformados que sirvieron de barrera entre ellos y las personas tras la cinta amarilla. Algunos abandonaron el lugar y los reporteros, que veían la situación agitada, intentaban pasar sin importar las consecuencias.

El teniente cerró los ojos un momento al reconocer inmediatamente aquél cuerpo ensangrentado y sin cabeza, pues a la altura de sus hombros tenía un corte, como si de un sólo tajo se la hubiesen arrancado. Los peritos tomaban fotos desde diferentes ángulos al tiempo que él avanzaba hasta la siguiente bolsa, aun intacta. Cuando la abrió ya no le quedó duda alguna, sus ojos estaban cerrados y de su piel llena de hematomas escurría sangre al rojo vivo: era Aaron, o lo que quedaba de él.

El teniente negó y contrajo su mandíbula al tiempo que maldecía internamente, Adam llegó a su lado y vio lo que tanto le enfurecía.

—¡Aquí hay algo más teniente! — informó un hombre de bata blanca y una cámara en sus manos mientras le mostraba un pedazo de cartón blanco, ya manchado de sangre y con un texto todavía legible.

Para el Fantasma:

Se quién eres y donde te escondes, ¿ves esta cabeza?, así te mandaré, de uno por uno a tus informantes y mas te vale que encuentres nuevos por que después iré por ti. No mandaré a mis enmascarados ni a nadie más, iré yo mismo a sacarte del sucio agujero donde te escondes, muestra la cara, ven hacia mi y dejaré a todos en paz, rehúsate y verás como ésta ciudad arde desde los cimientos, no dejaré nada en pie y lo sabes. Hombres, mujeres y niños caerán. Tu decides, todo esto que ha pasado es solo el comienzo, lo mejor está por venir.

Amores Anónimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora