Kathell

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Aire, aire, eso necesitaba, AIRE.
Okey, estaba actuando como una adolescente hormonal, es que estar con él tan cerca y en un lugar en el cual todo me lo recordaba a él era demasiado masoquista de mi parte.
Justificaba mi estadía allí al hecho de que debía apoyar a mis amigas con el par de cabrones por los cuales estaban empedernidas, aunque solo Karen lo reconociera sabía que Simón traía loca a Lili, la conocía demasiado bien.

Si salía hasta la terraza en busca de aire sería peor porque recordaría aún más aquella  noche,  así que fui hasta la cocina y me serví un poco de agua para calmarme un poco.

— Son las 6, ve a bañarte, saldremos temprano— dijo Lilian llegando hasta el lavavajillas donde estaba recostada.

— Hazlo tu también— indiqué intentando actuar normal.

— ¿Qué pasó?— Me conocía demasiado bien.

— ¿A mí?— reí falsamente— Nada, nada ¿Debería pasarme?

— Te conozco, vamos, sueltalo.

— Creí que ganaría la opción uno, jamás imaginé que él...

— Quiere recuperarte— soltó mi amiga, se acercó a mí y miró con precaución— Fred le contó que todo fue un plan de su parte y el cabrón se dió cuenta de que la había cagado.

Bebí agua para procesar lo dicho por mi amiga.

— ¿Quieres decir que...

— Esto debería decírtelo él, pero aún no sabe cómo acercarse a ti— negué recordando el día en que Fred llegó y todo lo sucedido— ¿Quieres perdonarlo?

— Me ha lastimado mucho Lili, no lo sé— dije confundida.

— Comprendo. Esperemos que hará el cabrón, es muy difícil de arreglar todo lo malo que hizo, pero por lo menos debemos dejar que intente, tú lo quieres y quizá el pueda hacerte feliz.

— Lilian en mis planes no está enamorarme— admití.

— Pero lo estás Kathell, reconocelo de una vez por todas, ambos son unos estúpidos, tú y él, se aman y eso lo sabemos todos los habitantes de esta cabaña— dijo mi amiga dejándome aún más confundida — Solo, hazte la difícil y no cedas a la primera, debes hacerlo sufrir también, deberías llamar al rubio del pub, ¿Cómo es que se llama?

— Thomas— le recordé.

— De acuerdo, ahora ve a bañarte— ordenó mi amiga y se dirigió hasta su habitación, en el fondo le había gustado compartir habitación con Simón.

Opté por ponerme un short negro con una blusa verde neón que dejaba a la vista parte de mi cintura, mis vans y dejé mi cabello suelto para que la brisa del mar jugará con el y así sentir la dulce sensación de libertad, me puse un poco de maquillaje y estaba lista para lo que la noche trajera.

Volví a ver mi reflejo en el espejo y sonreí ante el resultado, mamá solía decir que era hermosa y que aunque la belleza no lo es todo, bastaba ver mi rostro para convencerse de que no había estrella más bonita. Recordar a mamá era como volver a vivir el momento y eso era satisfactorio.

Dos toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

— ¿Ya puedo entrar?— era Jack, sentí la corriente eléctrica al escuchar su ronca voz del otro lado y me recompuse de inmediato para poder actuar normal.

— Claro— abrí la puerta y lo vi recorrer mi cuerpo con su mirada— Disculpa por demorar.

— Estás hermosa— dijo en cuanto termino su estudio.

Sentí nervios de inmediato y no sabía que responder por lo que puse los ojos en blanco y me retiré de inmediato de la escena.

En la habitación de Camilo y Karen no había ruido alguno, en la de Simón y Lili escuché la ducha y en la de David reinaba el silencio. En la sala se encontraban todos excepto Lili y Jack.

A Sus Órdenes Joven WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora