Jack

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Kathell me dejó ni un idiota en la sala de estar tirando maldiciones a los cuatro vientos, ella tenía razón, podría hacer con su vida lo que se le antojara, pero me molestaba la idea de que fuese a un lugar donde habrían cabrones por montón que la verían de más y tal vez se le acercarian y esos pensamientos traían consigo mi ira y frustración causando que no pudiera deshacer el puño de mis manos.

Si tan solo puedes cuidarla como deseo.

«Claro eso es, lo tengo» pensé mientras daba vueltas de un lado a otro frente al televisor.

— Querido hermano, sí soy bueno para algo déjame decirte que no podrás contar conmigo hoy porque es sábado y no quiero saber nada de la empresa y...— contestó Simón al cuarto tono.

— Cállate— lo interrumpí— Quiero ir a tomar unos tragos en compañía de mis amigos, avísale a Camilo.

— Espera. ¿Eres tú?. Hermano hace mucho que dejaste las andanzas— puto sarcasmo.

— Si soy yo— pedí paciencia al cielo— Te veo en el pub que queda por el sur.

— ¿Al que suelen ir los universitarios estresados?— preguntó curioso— Ese lugar ya no es para nosotros, debemos ir a discos más top.

— Brother es bueno recordar dos años antes y además deben ir unas chicas geniales— lo convencí.

— Ya lograste el acometido Williams, pasa por nosotros a mi apartamento— dijo antes de que colgara.

Perfecto; ningún otro hombre estaría cerca de mi castaña, aunque tenía el presentimiento que a ella no le gustaría para nada la idea.

Horas más tarde nos encontrábamos desde la barra observando el lugar, música, alcohol y mujeres por montón, mientras mis compañeros charlaban con unas chicas yo buscaba por el lugar a mi chica.

— ¡Acabo de comprender todo!— Exclamó Camilo— ¿Nos traes hasta acá solo por ver a Kathell?. Estás de verdad empedernido hermano.

Simón río y seguimos la mirada de Camilo hasta una mesa en la zona VIP donde se encontraban tres chicas, estaba Lilian que portaba un vestido ajustado verde aceituna, una de las trabajadoras de la casa que solía pasar con mi chica  llevaba un vestido  holgado azul marino que combinaba con su particular cabello y ella, mi castaña, llevaba un vestido ajustado a mitad del fémur color carmín. Demasiado corto y provocativo para mí gusto. Se veía hermosa, deseaba tenerla solo para mi visibilidad.

—No sabía que estaba aquí, no me pasa nada con esa mujer— dije lo más fingido posible.

— Si, si, te creemos— dijo Simón, los cabrones me conocían— Lo importante ahora es actuar.

No entendí la referencia hasta que muy cordialmente mis amigos se despidieron de las chicas con las que hablaban.

—¿Qué mierda hacen?— pregunté por encima de la música mientras los seguía.

— Brother hay tres chicas que necesitan nuestra compañía, de acuerdo, tú no veniste a ligar, puedes solo saludar y ya— contestó Camilo.

— Kathell está buenísima— Simón quería que lo golpeara.

— Sin lugar a dudas, ¿Quién es la pelirroja?— preguntó Camilo.

— Es una de mis empleadas en casa— dije mientras pensaba que sería ahora de mí, eso no estaba en el plan.

La idea era observarla desde la lejanía y si alguien intentaba acercarse más de lo debido, no lo permitiría. Pero, los cabrones en mi compañía seguían acercándose y sabía que a mí castaña no le iba a gustar esto en lo más mínimo.

A Sus Órdenes Joven WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora