Kathell

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Cuando abres los ojos y estás en brazos de la persona que amas todo es demasiado majestuoso e incluso el aire que respiras, sientes que es más puro. Apreciaba a mi castaño mientras dormía plácido, sus risadas pestañas daban leves caricias en sus pómulos, sus cejas pobladas eran todo un enigma quizá para las personas que no conocían lo profundo que llegarían a ser sus ojos verdes, su nariz perfecta daba suaves y leves respiraciones demostrando cuánta calma había en su sueño, sus labios entreabiertos me llamaban a unir lo míos y quizá así podría sentir su barba apenas notable; acaricié su mejilla con mis dedos y besé su frente no sin antes quitar algunos mechones de su desordenado cabello.

Estiró sus brazos y bostezó— Buenos días hermosa princesa— me dió un gasto beso en la frente.

— Soy hija de una reina, pero no merezco que me llames de ese modo— dije dejando mi posición de costado y volví mi cabeza a su pecho para evitar ver sus ojos inquietos ante mi comentario.

— Mirame Kathell— lo hice— Eres una reina, una princesa, una dama, la mujer más maravillosa del infeliz mundo— tomó mi rostro entre sus manos— Eres lo más jodidamente perfecto que tengo ¿Comprendes?.

Asentí— Eres un cursi de mierda— río.

— Solo contigo. Así que eso te convierte en afortunada— musitó seguro.

— Hay mejores— pronuncié para molestarlo.

— ¿Qué dijiste?— preguntó posicionándose encima de mí e inmovilizó mis brazos a los costados de mi cabeza.

— Que te quiero mucho— pronuncié con inocencia.

— Eso no fue lo que escuche— susurró cerca de mis labios— Dijiste que hay mejores hombres que yo y créeme que no lo creo.

— Lo dije por molestarte— confesé incómoda por la creciente erección que acariciaba mi vientre.

— Dime que estás a mis órdenes— dijo con voz ronca.

— A sus órdenes joven Williams— susurré sintiendo como mi intimidad lo pedía a gritos.

Jack unió nuestros labios, pero no solo era un beso necesitado, también era un beso que inspiraba amor, que inspiraba sentimiento, un beso que era capaz de hablar más que todas las palabras existentes en todos los idiomas.

Levantó la camiseta y sentí sus fríos dedos recorriendo mi espina dorsal, mis manos recorrían la piel desnuda  de su espalda mientras él dejaba besos húmedos en mi clavícula y cuello, me removí en la cama por la corriente eléctrica que atravesaba todo mi cuerpo.

— ¿Qué desea joven Williams?— pregunté entre jadeos.

— Siéntate— ordenó con la respiración acelerada.

Mi castaño me quitó la camiseta y admiró mi piel desnuda, se pusó en cuclillas en el piso y desde ahí bajó mis bragas mientras sus dedos rozaban la piel desnuda de mis piernas, dejándome completamente desnuda ante sus ojos brillantes y con un color más profundo del habitual.

— Recuestate— pidió con la voz ronca.

Sus manos se paseaban por la parte interna de mi fémur, era un toque suave y demasiado excitante.

— ¿Qué desea usted empleada favorita?— mis ojos lo miraban suplicante.

— Tócame— jadeé cuando sentí sus dedos acariciando mi intimidad, Jack se encontraba de rodillas frente a la fuente de mi excitación mientras yo rasgaba las sábanas con mis uñas e inclinaba la cabeza hacia atrás. Jack pasó su lengua por mi clitoris y subcionó con sus labios mis labios de abajo, sentí que pronto llegaría y gemí su nombre mientras me removia entre sábanas.

A Sus Órdenes Joven WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora