Jack

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No hay nada peor que empezar el día con un genio de los mil demonios y que todo lo que encuentres te desagrade y te haga sentir peor y todo porque extrañas algunas cosas o para ser más específicos a algunas personas, me sentía demasiado mal conmigo mismo por mi mala actitud con Kathell pero en mi defensa diré que se portó como una verdadera... Prefiero no utilizar ese termino.

Había regresado a casa y tenerla cerca no me ayudaba en lo más mínimo, en todo momento deseaba sobrepasar las barreras,  estrecharla entre mis brazos y poseerla, extrañaba sus gemidos, cómo jadeaba mi nombre, su risa estrepitosa cuando me acercaba a sus senos, sus movimientos circulares cuando necesitaba más, pero lo que más jodido me tenía es que ya no solo era eso, extrañaba verla morder su labio inferior cuando no sabía que contestar, extrañaba no poder ordenar su mechón rebelde, extrañaba no ver el rojo en sus mejillas cuando le hablaba, extrañaba que nuestras miradas se fundieran en su particular baile, la extrañaba a ella, más que extrañarla la necesitaba.

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi chaqueta sacándome de mis pensamientos.

— Bueno— contesté sin revisar la pantalla.

— Sé que estás molesto y que no nos quieres ver— dijo Simón del otro lado de la línea.

— No te equivocas— afirmé recordando que llevaba días evitando volver a hablar con ellos.

— Eres un terco y un cabezota pero te quiero— venía el drama.

— Ve al grano Simón— pedí mientras me asomaba a la ventana del estudio que conectaba al jardín.

— Está bien; este fin de semana es el festival en la playa y como es costumbre que vayamos quería saber si ¿Vendrías con nosotros?

— No estaría mal— dije mientras veía el BMW que estaba usando David entrar por el portón principal.

— Es que iremos con las chicas y bueno sabes que tu situación y la de Kathe no es la más agradable— mencionó titubeante.

— Iré— no pensaba dejar que nadie se acercara a ella, si ese día en el pub deje que ese rubio se acercara fue porque estaba confundido, pero esa mujer me pertenecía y tenía un contrato que lo probaba.

— Oh Brother es genial— David bajo del auto y se dirigió abrir la puerta del copiloto.

— Solo agradeceré que no intervengan entre lo que suceda entre los dos— Kathell bajo del auto luego de que David abriera la puerta y ambos comenzaron a sacar unas bolsas — Debo dejarte Simón, nos vemos mañana.

Bajé rápidamente las escaleras mientras sentía la sangre hervir, sabía con los ojos que David veía a Kathell y me molestaba, ella me odiaba, podía sentirlo en la frialdad de su mirada y en el recuerdo de las palabras que articuló la última vez que estuve en su habitación.

— Primo qué gusto verte— pronunció amable David en cuanto me vió frente a ellos.

La castaña ignoró mi presencia por completo y se dirigió con las bolsas hacia la puerta trasera de la mansión.

— ¿Qué hacías con la empleada?— pregunté con la voz vacía.

— Le ayudaba con el mercado, Wilson está estudiando en sus tiempos libres y Peter está algo ocupado arreglando algunos detalles de electricidad— dijo el rubio mientras se quitaba sus gafas de sol— Es una chica sensacional.

— ¿Ah sí?— apreté los puños contra mis costados y pedí autocontrol para no partirle la cara al cabrón de mi primo.

— Lo es, hemos hablado mucho y es demasiado agradable además de linda e inteligente y es...

A Sus Órdenes Joven WilliamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora