Narra Kathell:
Yo sé lo iba a confesar, lo iba hacer, era tan complicado y difícil para mí dirigir todo lo que estaba sucediendo, no sabía que reacción iba a tomar Jack cuando lo supiera, pero jamás espere que se comportaría como un inmaduro, yo nunca le mentí, jamás lo hice, acepto que evité el tema de hablar de mamá a toda costa, pero jamás le mentí y él llegó cegado y diciendo cosas que me lastimaron y no por el hecho de que fueran hirientes, sino que en su mirada mostraba sentirse traicionado y yo jamás haría algo para dañarlo, porque a esas alturas ya yo estaba locamente perdida por Jack Williams y nada lo podría evitar. Me sentí culpable por un momento cuando en sus ojos vi decepción, tenía tantas cosas en la cabeza; ¿Quién le habría dicho? ¿Por qué nunca me escucha? ¿Me perdonará? ¿Que pensaran los Williams de mí?. Todo era tan jodidamente confuso.
— Vamos pequeña, vamos a tu cuarto— susurró Amanda aún acariciando mi cuero cabelludo recostadas a las barandas del balcón.
— Y-yo— intenté articular.
— No intentes esforzar la voz Kathe, tranquila, has llorado mucho, solo vamos a tu habitación a descansar, todo estará mejor— dijo Karen que se encontraba junto Amanda con una leve preocupación en el rostro.
Recorrí mi mirada por el lugar y solo nos encontrábamos las tres, supuse que ya había amanecido porque la luz que se colaba por las ventanas era más clara.
— Los demás se fueron a descansar, entraste en trance, solo llorabas y llorabas, es bueno descargarse Kathe, no es malo, es de humanos— dijo Amanda al ver la confusión en mi rostro— Son las 5 de la mañana.
Es decir que demoré aproximadamente dos horas en el trance, esperé que los señores Williams no se hubieran decepcionado de mi, solo deseaba tener a mi mamá a mi lado y que me cantará dulces canciones de cuna al oído, cómo cuando tenía un mal día.
— Quiero estar sola, saldré un momento— articulé con dificultad y mi voz salió ronca.
— Amiga no es buena idea, no has dormido nada, fuiste por leche— seguí la mirada de Karen y vi el charco de leche derramada con el vaso hecho añicos.
— Se hizo literal eso de llorar sobre la leche derramada— dijo Amanda y Karen sonrió, sin embargo, yo no lo intenté, no quería nada.
— Estaré bien— me levanté y corrí, corrí como nunca antes lo había hecho, con pies descalzos, con una pijama de seda, deseando descargar toda la frustración que sentía en lo más profundo de mí, recorrí así como cinco cuadras, las pocas personas que transitaban las calles, me debían ver cómo una loca, quizá eso parecía, quizá de eso se trataba el amor, de hacerte perder la poca cordura con que contamos los humanos soñadores.
Me incline poniendo mis manos en mis rodillas para recuperar el aire, estaba agitada, me giré sobre mí mismo eje para emprender el camino de regreso a la mansión caminando y así poder organizar mis pensamientos, me sentía mejor después de haber corrido, tenía tanto en mi pecho que descargar.
Empecé llorando por Jack y terminé llorando por estar sola, por no tener padre, porque mamá no estaba, por mi, lloré por tantas cosas por las cuales no había llorado antes y creo que funcionó; me sentía liviana y lista para regresar a casa de los Williams para enfrentar lo que vendría ahora y justo cuando di mi primer paso alguien me tomó por la espalda y puso un trapo en mi nariz, volviendo todo completamente oscuro.
°°°°
Sentía mis párpados pesados y un olor a rancio, intenté abrir mis ojos y fallé en el intento, intenté una vez más y me encontré en una habitación oscura y tendida en el piso, el olor a rancio y humedad se hizo más fuerte y en ese momento la luz fue encendida dejándome anodadada por lo que tenía frente a mí.
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A Sus Órdenes Joven Williams
RomanceKathell Harrison es una chica de 22 años dispuesta hacer cualquier cosa por adquirir su deseada cafetería y honrar la memoria de su madre. Kathell estará dispuesta incluso a servir y estar bajo las órdenes del problemático, engreído y gilipollas de...