Capítulo 1

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Camille

Ser la única mayor de edad del grupo de amigas tiene más desventajas que ventajas. Por ejemplo, debo cuidarlas a cada una de ellas como si fueran mis hijas porque son capaces de desbarrancar en un coma alcohólico o acabar su noche con cualquier muchacho que se cruce por sus caminos. Además, no dudan en utilizar mi identificación o carnet de conducir solo para que les provea alcohol toda la noche. Y siento que estas vacaciones no serán la excepción...

Venimos planeándolas desde muy pequeñas con la inocente ilusión de tres semanas en un resort cinco estrellas en las costas caribeñas de Cuba, pero a cambio de eso, la familia de Carla nos ofreció un departamento de su propiedad en las playas de Cartagena a unas veinte horas de distancia de Bogotá, que claramente haremos en bus porque nuestro presupuesto no es muy abundante para derrochar en gastos extra. El destino no era exactamente lo que planeábamos, pero con un poco de entusiasmo lo convertiremos en nuestro verano soñado.

Para ser exacta, estamos recostadas con Emilia en el sofá del cuarto de Imari mientras Carla ayuda a la dueña de casa a empacar en su maleta sus pertenencias. Lleva así más de dos horas intentando decidir qué llevar y qué no.

—Vamos, Imari. Decídete ya que en menos de seis horas tendremos que partir a Cartagena y no has empacado ni la mitad —me animo a decir mientras acomodo mi cabeza en el hombro de Emilia.

—Es que aún no encuentro mi traje de baño naranja. Es el más sexy que tengo.

Todas soltamos una carcajada grupal mientras Imari continúa revolviendo su ropero en busca de ese maldito traje de baño.

—Chicas, ¿acaso se dieron cuenta de que estamos a horas de nuestro sueño de pequeñas? —pregunta Carla entusiasta—. Serán las mejores vacaciones de todas.

—Claro que sí, y sobre todo porque utilizarán mi identificación para que les consiga tragos y alcohol, ¿me equivoco? —exclamo irónica.

Las chicas hicieron un silencio tan grande que me dieron la respuesta sin tener que decir una palabra. Imari finalmente encuentra lo que tanto estuvo buscando e intenta cerrar su maleta sin que explote por la cantidad de ropa, zapatos y accesorios que lleva en su interior.

—Ánimo, Camille. Solo recurriremos a tu carnet de conducir o identificación en alguna emergencia —dice Emilia rompiendo el silencio—. Aunque no es nuestra culpa que hayas nacido dos meses antes que nosotras y tengas dieciocho.

—Cállate, tonta —río al tiempo que golpeo suavemente a Emilia con un almohadón de plumas.

Luego de que Imari cerrara su enorme maleta, decidimos dormir un poco antes de partir hacia la terminal de buses. Emilia se coloca su pijama y se acomoda nuevamente en el sofá a mi lado mientras que Carla coge una frazada para dormir en la alfombra que se encuentra en el medio del cuarto.

Solo unas horas de distancia y nos encontraremos alcanzando lo que anhelamos hace tanto tiempo.

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Hola, gente! Me llamo Micaela y soy de Argentina. Quiero agradecerles por leer mi novela, ya que es la primera que me animo a publicar. Espero que la disfruten tanto como yo lo hice escribiéndola.

Espero comentarios, mensajes y votos para saber qué tal les va pareciendo la historia 😘

Azul cielo | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora