Capítulo 16

1.6K 91 21
                                    


Camille

Haberle confesado esto a Paulo me hizo sentir desahogada, ya que haber cargado con esto por más de dos años hacía que me sintiera triste, depresiva y completamente sola. Por más que mis amigas lo saben y mis padres también, esa sensación nunca se iba, pero contarle a Paulo fue aliviador sin lugar a dudas.

Me mantengo firme a su agarre respirando el perfume que emana su camiseta. Esto me hace sentir demasiado bien, ojalá me abrazara para siempre.

—Gracias, Paulo.

—No hay por qué agradecerme, linda —dice acomodando mi cabello detrás de la oreja—. Nadie en el mundo merece semejante maltrato, y mucho menos tú.

Sonrío ante sus palabras y me sonrojo a los pocos segundos.

—Cuéntame de ti —propongo para cambiar de tema.

—¿Qué deseas saber? —pregunta acomodando su brazo sobre el respaldo del sofá.

—No lo sé, lo que tú quieras.

—Bien —dice pensando por dónde comenzar—. Como ya sabes, nací en Córdoba, pero cuando era muy pequeño mis padres tuvieron una gran oportunidad laboral en Medellín y nos mudamos allí a mis ocho años. Al tener dieciséis, volvimos a Argentina para visitar a la familia quedándonos unos dos años aproximadamente. En ese tiempo había hecho muchas amistades, todas ellas de muy mala influencia, pero aun así quise seguir como siempre. Hasta que un día no quisieron juntarse más conmigo porque yo no era como ellos y prefería mantener otro estilo de vida.

—Vaya, eso no suena agradable.

—Pues, en ese momento dolió hacerme a la idea de que no tenía amigos, pero era un grupo tóxico y ahora de grande me di cuenta de que es mejor estar solo que mal acompañado —se encoge de hombros—. Pasados esos dos años, volvimos a Medellín y nos quedamos allí hasta la actualidad.

Escuchar su relato de vida me hace reflexionar sobre el gran grupo de amigas que tengo y que a pesar de los defectos que tengamos, siempre nos mantenemos unidas como en el comienzo sin buscar perjudicarnos entre sí.

—Oye, tengo una propuesta —exclama Paulo con entusiasmo—. ¿Quieres ver una película? Así ahogamos nuestras viejas penas en diversión.

—Me parece bien.

Voy por la computadora de Carla que se encuentra sobre el escritorio de la sala para buscar una película en internet. Me acomodo junto a Paulo y seleccionamos una comedia romántica. Durante todo lo que duró, nos reímos sin parar hasta que culminó. Al menos por un rato pude olvidarme de la pesadilla de mi exnovio.

—Estuvo genial. Hizo que cambiara mi ánimo —expreso riéndome—. ¿Y ahora qué quieres que hagamos?

Paulo me observa fijamente y sus ojos azul cielo emanan un destello tan luminoso que hace que me ponga algo nerviosa. Al sonreír, un pequeño hoyuelo se forma en su mejilla y muerde suavemente su labio inferior.

—¿Realmente quieres saberlo, Cam?

Ante su pregunta, mi corazón comienza a latir con rapidez haciendo que me sonroje junto con él. Sus ojos vuelven a brillar con fuerza y se acerca lentamente hacia mí. En este preciso momento, mis nervios aumentan a mil por hora y sin pensarlo dos veces, me inclino suavemente sobre la boca de Paulo para besarlo con delicadeza. Al comienzo, puedo darme cuenta de que lo tomé por sorpresa, pero al cabo de unos minutos nuestros labios se mueven como si estuvieran destinados unos para los otros. Las yemas de mis dedos se entrelazan en su rubio cabello y sus manos se dirigen con lentitud hacia mi cintura sin dejar de besarnos.

—Parece que has leído mi mente —exclama agitado por la falta de aire.

—Por lo visto ambos anhelábamos lo mismo —confieso.

Me besa nuevamente, pero con deseo y de sus ojos parece que brotara fuego por la situación en la que nos encontramos. Ambos sabemos bien los límites y lo apresurado que sería traspasarlos, por lo que solo nos besamos en forma continua.

—Me encantaría poder avanzar, pero creo que es algo inmediato —expresa con decisión.

—Opino lo mismo.

Luego de esa pequeña sesión de besos, proseguimos conversando y mirándonos de vez en cuando para chequear las sensaciones del otro. Al cabo de un rato escuchamos el giro de la cerradura de la puerta y a través de ella se ve ingresar a las chicas.

—Bueno, bueno. Miren a quiénes tenemos aquí —dice Imari mirándonos con picardía—. ¿Acaso han rechazado la invitación para verse a solas?

Ante esa incómoda pregunta, Paulo y yo nos sumergimos en la vergüenza para que nuestras mejillas se coloreen de un rojo intenso.

—En realidad tuve un inconveniente, y para no molestarlas preferí llamarlo a Paulo que tampoco había ido —resumo.

—Luego de cenar nosotras cuatro hablaremos —guiña un ojo Emilia.

—Creo que las dejaré charlando ahora —dice Paulo poniéndose de pie con vergüenza—. Nos vemos, chicas.

Una vez que Paulo se va, mis amigas me observan riéndose.

—Nos debes una explicación ahora mismo —comienza Imari mientras se acomodan con las chicas a mi lado—. Con lujo de detalles.

-----------------------------------------------------------------------------------------------

Y SE VINO EL PRIMER BESO DE CAMILLE Y PAULO!!! Como les dije, este capítulo iba a derrochar ternura así que espero que les haya gustado.

Comente y voten qué les pareció este capítulo.

PD: ya lo he publicado en mi perfil pero quería comentarles que tengo otros dos fics de Paulo en mente, donde uno es la continuación de Azul cielo y el otro es otra historia distinta a esta, así que queridos lectores quiero que me comenten cuál les gustaría que comience a escribir primero. Lo dejo a disposición de ustedes!!!

PD2: cuál es hasta ahora su capítulo favorito?

PD3: gracias a todos por los lindos mensajes tanto en mi perfil como en los comentarios!!!

Azul cielo | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora