Paulo
Ordenar mis cosas no es exactamente en lo mejor que me desempeño, pero no me puedo quejar. Con mi bolso listo, llamo a los chicos para ver en qué circunstancias se encuentran, y por lo que veo, las cosas andan medio complicadas.
—Oigan, ¿ya están listos? —pregunto asomándome por el marco de la puerta del cuarto.
—Mauro anda con un pequeño problema... —dice Valentín rascando su nuca.
Dirijo mi mirada hacia mi amigo que se encuentra intentando cerrar su bolso sentándose sobre él. Lanzo una carcajada ante su situación y lo ayudo.
—¿Por qué no te cierra? —interrogo riendo.
—No lo sé, pero desde hoy por la mañana estoy que intento y no puedo.
—Has traído más ropa que una mujer, amigo —dice entre risas Marcos.
—Oh, cállate.
Luego de que culminamos de ordenar tanto nuestros bolsos como el departamento, partimos hacia la terminal de buses donde nos encontraríamos con las chicas para despedirnos. Tan solo pensar en esa palabra hace que me duela el pecho.
Una vez allí, divisamos a las cuatro cerca de la entrada con sus maletas. Camille se ve tan hermosa que me es imposible despegar los ojos de ella; su cabello se encuentra recogido en una coleta, tiene un vestido floreado que le llega arriba de la rodilla y su bella sonrisa se amplía al verme. Por lo que veo, llama a las chicas avisándoles que estamos aquí y agita su mano para que vayamos.
—Hola, chicas —saludamos con un abrazo.
—Buenas noches, muchachos —nos responden.
Nos quedamos conversando un rato mientras esperamos los respectivos buses de partida a nuestros hogares, y en mi caso, para luego de llegar a mi casa tener que mudarme a mi país natal. Son exactamente las ocho de la noche y de aquí partimos a las ocho y veinticinco, por lo que decido hacer mi despedida personal con Camille.
—Oye, Cam —la llamo y ella dirige sus hermosos ojos hacia mí—. ¿Puedo hablar contigo a solas?
—Claro —responde sonriendo.
Nos movimos a unos pocos metros de distancia y comienzo a hablar luego de un largo suspiro.
—Creo que hoy por la mañana te he dicho todo, pero aun así no me parece mal repetírtelo —digo tomando sus manos—. Eres de las personas más hermosas que conocí en mi vida tanto física como personalmente.
Emocionada por mis palabras, Camille me abraza llorando mientras yo acaricio su suave cabello y beso su frente.
—No llores, rubia. Me harás llorar a mí también —seco sus lágrimas con mis pulgares.
—Es que sigo pensando en lo injusto que es esto, Paulo —dice entre sollozos—. No quiero que te vayas.
—Yo tampoco quiero irme, pero no tengo alternativa. Mira, tengo algo para ti —digo revolviendo mi bolsillo en busca de un pequeño regalo.
Luego de nuestra despedida de hoy por la mañana, fui en busca de un obsequio para Camille. Le compré una pulsera con un pequeño dije de una estrella de mar para que pueda llevarla consigo a donde vaya y no le duela tanto nuestra despedida.
—Para que no olvides lo nuestro —digo entregándoselo.
—Oh, mi cielo. Es hermosa —exclama sorprendida—. ¿Una estrella de mar?
—La elegí porque la playa fue lo que más nos unió y ese fue el más representativo que encontré —confieso sonriendo.
—¿Me la colocas?
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Azul cielo | Paulo Londra
Fanfiction"Estoy perdida en ese azul de tus ojos." Traducida al italiano por @RauwCami ♡