Capítulo 20

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Paulo

Así como Camille me ha dicho que mirarme a los ojos es su pasatiempo, creo que mirarla a ella íntegramente es el mío. A la luz del fuego, sus ojos café claro se ven mieles con un toque de anaranjado y su dorado cabello con sus ondas naturales parece oceánico.

—Muchachos, creo que es momento de marcharnos —dice Emilia rompiendo mis pensamientos—. ¿Quieren que salgamos alguno de estos días?

—¡Por supuesto! —se apresura Valentín—. Aunque tú y yo tenemos una salida pendiente.

Emilia se ruboriza mientras todos nos reímos y las chicas le arrojan besos. Al rato, nos ponemos de pie para apagar la fogata y tomamos nuestras cosas dirigiéndonos a nuestros respectivos departamentos, pero a la media hora recuerdo que me quedó algo pendiente para decirle a Camille.

—Oigan, muchachos —digo deteniéndome en seco—. En un momento vengo.

Giro para correr en sentido a la puerta.

—¿A dónde vas, amigo? —pregunta Valentín.

—Seguro va en busca de su rubia —responde Mauro.

—Estás en lo correcto.

Comienzo a correr con dirección al otro bloque del edificio en busca de Camille, cuando la encuentro caminando por el pasillo junto a Carla, como si estuvieran por ir hacia el elevador.

—¡Cam! —exclamo.

Camille se da vuelta y al verme su hermosa sonrisa se hace presente en su rostro.

—Paulo, ¿pasó algo? —pregunta.

—Bueno, creo que los dejaré solos —dice Carla guiñando un ojo—. Iré a hacer las compras, Cam. Nos vemos en un rato.

Carla se marcha hacia el elevador quedando solo nosotros en medio del corredor.

—En realidad, no sucedió nada —comienzo hablando—. Solo que olvidé comentarte algo.

—Entonces dime.

Mi garganta se seca imposibilitándome a hablar.

—Bueno... —digo carraspeando— ¿recuerdas cuando hicimos los agradecimientos hace un rato?

—Sí, ¿qué sucedió con eso?

—Olvidé hacer uno que es especialmente para ti. En realidad, no pude hacerlo completamente por vergüenza —confieso sonrojándome al igual que ella—. Quiero darte las gracias porque hace dos semanas nos conocemos y siento que contigo puedo tener confianza absoluta, puedo ser yo mismo. Eres fantástica, Cam —concluyo acariciando sus mejillas con mis pulgares.

—Oh, Paulo —exclama con dulzura.

Mi cuerpo me pide que la bese y no dudo en obedecerle. Lentamente deposito mis labios sobre los suyos haciendo que nuestras bocas se hagan una sola, mientras desciendo mis manos desde sus mejillas hacia su cintura y ella acaricia mi cabello con la punta de sus dedos. Nuestras lenguas originan un intercambio insaciable que me hace querer más de Camille, y por lo visto ella también. Una llama dentro de mí quema mi cuerpo por completo, y las ganas de querer hacerle el amor cada vez son más intensas, pero me detengo, nuevamente prefiero no seguir antes de hacer algo de lo que luego Camille pueda arrepentirse.

—Paulo, no te detengas, por favor —me suplica Camille con su frente pegada a la mía—. Si es necesario continuemos aquí.

—Cam, no podemos hacerlo en un corredor —digo riendo—. Además, sería más lindo en un lugar más íntimo.

—¿Por qué? —pregunta haciendo puchero.

—No vuelvas a hacer eso —le advierto.

—¿Qué cosa? ¿Esto? —dice haciéndolo nuevamente.

Cuando hace eso, siento que se enciende un fuego que se desliza por mi piel. Tomo su cintura para acercarla a mí y muerdo suavemente su labio inferior para luego darle un corto pero apasionado beso.

—Te lo advertí, rubia.

—Si cada vez que haga puchero tú haces eso entonces lo haré más seguido —dice entre risas.

—Trato hecho —digo mientras estrechamos nuestras manos—. Oye, ¿quieres hacer algo mañana a la tarde? Solo tú y yo.

—¡Por supuesto! ¿Qué tienes en mente?

—Ya lo verás, bombón —contesto dándole un corto beso en sus labios—. Nos vemos.

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Y acá los traje!!! Ambos especialmente para ustedes ♥

Ojalá les guste, y prepárense para el capítulo 21. El que avisa no traiciona ;)

Azul cielo | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora