Capítulo 18

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Paulo

Siendo exactamente las diez de la mañana, nos encontramos los cinco colocándonos nuestros trajes de baño y preparando lo necesario para pasar el día en la playa con las chicas. Honestamente me siento algo ansioso por ver a Camille, es decir, tengo muchísimas ganas de encontrármela, pero los nervios no me juegan a favor.

—Hey, Marcos —dice Mauro—. ¿Has ido a buscar a tu novia la semana pasada?

—Finalmente no —confiesa con algo de tristeza—. Parece que a último momento le surgió un inconveniente y no pudo viajar.

Valentín, estando a espaldas de Marcos, hace una seña con su mano izquierda simulando cuernos. Los chicos se ríen excepto yo que me mantengo serio.

—Escuchen —nos llama la atención Agustín—. Carla me han dicho que se encuentran cerca del parador saliendo por esta calle. Creo que deberíamos apresurarnos.

Rápidamente tomamos nuestras cosas y partimos hacia la playa. Una vez allí, buscamos a las chicas con la mirada hasta que Marcos las divisa por donde Carla le había dicho a Agustín. Nos acercamos hacia ellas y veo que son solo tres, siendo Camille la que falta. Mis ansias por verla disminuyeron un poco, pero aun así me empeñaré a disfrutar el día al máximo por más que mi rubia no esté aquí. Un minuto, ¿acaso dije 'mi rubia'? Dios mío, esta mujer está logrando enloquecerme.

—¡Hola, chicos! —saluda simpática Carla.

—Buenos días, muchachas —responde Valentín.

Nos acomodamos junto a ellas sentándonos en la arena. Comenzamos a conversar de todo lo que fueron estos días en Cartagena haciendo hincapié en la salida de la semana anterior. Por suerte los chicos se solidarizaron conmigo y no hicieron comentarios al respecto.

—Oigan, ¿quieren que vayamos a buscar algo para beber? —le pregunta Agustín a las chicas.

—Claro, pero creo que deberíamos esperar a Camille —contesta Emilia.

Al escuchar su nombre mi rostro se ilumina.

—¿Por qué no ha venido? —interrogo simulando indiferencia.

—Se ha quedado dormida, no ha tenido una buena noche.

—Oh, no —exclamo—. ¿Qué le ha sucedido?

—La llamó el exnovio en mitad de la madrugada para rogarle que volvieran y Camille estuvo como una hora negándoselo hasta que le cortó la llamada —responde Imari.

Haber oído esa respuesta hace que se me tense el cuerpo y que mis manos se formen en puños. Espero que Camille nunca le dé el gusto de volver con él.

—Allá viene —señala Carla—. ¡Cam! Aquí estamos —le grita agitando su mano.

Giro mi cabeza para mirarla y no puedo creer lo que mis ojos están viendo. Camille viene hacia nosotros caminando como si fuera modelo en pasarela y moviendo sus caderas de un lado a otro con delicadeza. Se encuentra con un traje de baño de diseño tropical, una amplia pañoleta anudada a su cintura cubriéndola hasta los tobillos y un par de anteojos de sol. Tan hermosa como siempre.

—Buenos días, chicos —dice sonriente Camille quitándose los anteojos—. Lamento haberme demorado.

—Estábamos por ir a buscar unos tragos —comenta Valentín.

—¡Excelente! Para mí sin alcohol, por favor. Últimamente me trae algunos problemas.

Todos soltamos una carcajada y mientras tanto la observo a Camille recordando la otra noche en GreenBox. Daría lo que fuera por tener otro encuentro como ese y exclusivamente con ella. Continuamos conversando hasta que se hizo el mediodía por lo que decidimos almorzar algo ligero y seguir disfrutando de este fantástico día de playa.

Siendo alrededor de las cuatro de la tarde y con el sol a pleno, las chicas proponen de zambullirnos en el mar.

—¡Vamos, muchachos! No se pierdan de esto —nos grita Carla desde la orilla.

—En un segundo, linda —le responde Agustín.

—¿Acaso tienes miedo?

Las cuatro amigas se encuentran al borde del mar dispuestas a meterse. Luego de esa respuesta Agustín, Valentín y Mauro se ponen de pie para correr hacia donde están las chicas y molestarlas arrojándoles agua.

—¿Qué sucede con ustedes? —pregunta Imari a lo lejos.

—Estamos bien aquí a la sombra —respondo.

—Pues, amigo, yo me voy —me dice Marcos corriendo hacia el mar.

—¡Tu turno, Paulo! —me grita Camille—. Ven que te estoy esperando.

Al decir eso, mi corazón comienza a latir con muchísima rapidez y sonrío por su comentario haciéndome ver lo linda que es. Camille se quita la pañoleta que la cubría para quedar solamente en su traje de baño y sumergirse hasta la mitad de sus piernas. Verla tan feliz, tan libre, hace que algo dentro de mí vuelva a encenderse como la noche en GreenBox. A los pocos segundos, decido ponerme de pie para dirigirme hasta allí.

—¡Prepárense que allá voy!

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El capítulo 17 no vino solo y trajo al 18 con él!!! Que lo disfruten ♡

Azul cielo | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora