Paulo
De vuelta en el departamento, me desvisto quedándome en ropa interior y me dirijo hacia el refrigerador tomando todo lo necesario para preparar el almuerzo. Cuando llevo las cosas a la encimera, encuentro una nota escrita a mano con lapicera verde.
''Paulo: me fui a hacer unos trámites del departamento, vuelvo al rato. Valentín.''
Leo en voz alta el mensaje de mi amigo para luego abollar el papel y arrojarlo al cesto de la basura. Mientras cocino en silencio, puedo escuchar los ronquidos de mis amigos que aún siguen durmiendo como si no hubiera un mañana.
—No quiero imaginarme la borrachera que se han agarrado anoche —pienso en voz alta riendo.
—Me puse más ebrio que en toda mi vida —escucho que responde la voz de Agustín—. Buen día, amigo.
Me doy la vuelta para saludarlo y continúo cocinando.
—Cuéntame, quiero saber —le digo.
—He bebido tanto que ni recuerdo cómo es que he llegado a mi cama. Hasta creo que besé a Carla —me cuenta tomando una botella de agua del refrigerador—. Ahora tengo demasiado dolor de cabeza.
Lanzo una carcajada ante la situación de Agustín imaginando las cosas bochornosas que ha hecho anoche a causa del alcohol. Sus mejillas se enrojecen del calor que hay en el ambiente y bebe otro trago de agua.
—Entonces la has pasado bien —respondo entre risas.
—Me enteré de que tú también —dice guiñándome un ojo.
Mientras sirvo el almuerzo en la mesa, mis mejillas también enrojecen pero de la vergüenza por su comentario.
—Llámalos a los chicos y les contaré mejor a todos.
Con toda su santa paciencia, Agustín va a despertar a Marcos y Mauro para que coman con nosotros y así poder contarles lo de anoche. Los chicos vienen refregándose los ojos mientras se acomodan alrededor de la mesa con la mayor lentitud posible. Una vez que todos nos encontramos almorzando, les cuento mi noche resumidamente evitando los detalles de cuando estuve con Camille en su cuarto. Los tres abrieron los ojos de par en par ante mi relato de intentar salvarla del desequilibrado mental del exnovio.
—Ese muchacho no está bien de la cabeza —dice Agustín dando una mordida a un pedazo de pan.
—Claro que no, ojalá no vuelva más —exclamo furioso—. Ya demasiado la ha atormentado a Camille —todos asienten dándome la razón.
Luego de terminar de comer, Marcos y Mauro me ayudan a ordenar la mesa mientras Agustín enjuaga los utensilios. Al rato, parece que sus cuerpos les piden más horas de sueño por lo que van a dormir nuevamente al cuarto, seguramente por bastante tiempo. Por mi parte, me recuesto en el sofá de la sala a revisar las redes sociales en mi móvil. A los segundos, me llega una llamada de mi madre.
—¿Hola, ma? —atiendo—. ¿Pasó algo?
[...]
Me encuentro sentado en el sofá hace dos horas pensado en cómo decirle a Camille la noticia que me ha llegado. Limpio el sudor de mis manos en el pantalón y las lágrimas caen por mis mejillas mientras agacho la cabeza. Otra vez está sucediendo, nuevamente debo abandonar todo lo que conformé estos años en Colombia para volver a sentirme solo, completamente vacío. Intento negar la realidad, pero mi cabeza me dice que debo aceptarlo, continuar hacia adelante. No puedo tomarme esto como si fuera un niño pequeño. Me encantaría que fuera mentira y que no suceda. Mis amigos ya saben de esto, pero la gran pregunta es cómo le diré a mi rubia.
¿Por qué debe pasarme todo a mí? Para calmar mis pensamientos, decido recostarme en el sillón antes de seguir llorando desconsoladamente. Coloco un brazo detrás de mi cabeza y me acomodo a lo largo quitándome las zapatillas. Cierro mis ojos y por mi mente pasan los chicos, recuerdos de Medellín, estas vacaciones y por último Camille que es quien más me duele.
Me despierto con alguien sacudiendo mi hombro con suavidad y la luz del sol escurriéndose a través de las cortinas. Abro mis ojos para ver a Valentín mirándome con preocupación.
—Al fin despiertas, amigo —exclama aliviado—. Pensé que te habría pasado algo.
—No, solo dormí unas horas —digo incorporándome en el sillón.
—Unas cuantas horas —dice riendo—. Son las diez y media de la mañana. Estuve agitando tu brazo como por unos quince minutos y no despertabas.
Abro mis ojos asombrado por la cantidad de tiempo que dormí. Al parecer, mi preocupación me llevó a un profundo sueño, pero me tranquilizo sabiendo que a la tarde podré encontrarme con Camille.
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Parece que hay malas noticias para Paulo. Se imaginan cuáles pueden ser?
Mañana voy a estar publicando el 29 así que atentos!!!!
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Azul cielo | Paulo Londra
Fanfiction"Estoy perdida en ese azul de tus ojos." Traducida al italiano por @RauwCami ♡