Capítulo 11

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Al llegar, nos damos cuenta de que el lugar se encuentra repleto de personas. Los halos de luz verde tenue hacen que el club adquiera cierto ambiente de intimidad para que todos disfruten con amigos o en pareja. Una vez dentro, vamos los ocho en dirección a la barra para pedir unas bebidas y esperar que comience la música para bailar.

—Cam, ¿nos prestas tu identificación? —exclama Imari haciendo puchero.

Camille rueda los ojos mientras sonríe y accede.

—Eso no será necesario —se adelanta Agustín—. Yo te invito.

—Me parece bien que le recuerdes a los muchachos que tenemos un trato para esta noche.

Giro mi mirada hacia los chicos con el ceño fruncido por la confusión. Valentín nos explica a Agustín y a mí de qué se trata todo esto y accedimos a invitarlas los tragos que ellas deseen hasta las tres de la mañana. Ubicándonos en una mesa con sillones en el jardín de invierno que posee el club comenzamos a beber todos.

—Oye, Paulo —dirijo mi mirada hacia Camille—. ¿No me traes un trago bien fuerte?

—Como gustes, ¿pero puedo saber por qué debe ser fuerte?

—Seré lo más breve posible. Mis amigas, las que ves aquí —dice señalándolas bromeando— siempre concurren a mi identificación por ser la mayor de edad de las cuatro y como consecuencia beben como si no hubiera un mañana.

—¡Hey! No nos dejes como si fuéramos unas ebrias descontroladas —exclama riendo Carla—. Aunque es cierto, lo somos.

Las cuatro sueltan una carcajada.

—Entonces, como soy la que menos bebe, siempre quedo a cargo de ellas, pero esta vez se solidarizaron con mi costado alcohólico y se comprometieron que esta noche será al revés. Y por eso quiero comenzar con un trago fuerte —concluye.

—Eso me parece una excelente justificación —dice riendo Valentín.

Luego de que se hicieran las cuatro de la mañana, Camille se encuentra ebria, pero aún algo lúcida como consecuencia de las bebidas fuertes que me ha pedido, las cuales fueron solo tres.

—¿Quieren ir a bailar? —propone Mauro.

Las chicas asienten demostrando estar de acuerdo con la idea y vamos en dirección a la pista de baile. Comenzamos a bailar todos juntos hasta que, luego de unos minutos, Valentín es el primer valiente en invitar a bailar a Emilia quien accede sin problemas. Al rato, hicieron lo mismo Agustín con Carla y Mauro con Imari, por lo que tuve que vencer mi timidez e invito a Camille a bailar conmigo. Aún sigue un poco alegre por las copas adicionales, pero a su vez puedo notar cierta desinhibición en ella que hace que me guste un poco más. Su cuerpo se mueve al ritmo de la música sin detenerse un segundo y mis ojos no pueden dejar de deleitarse con sus movimientos. Es como si se moviera en cámara lenta.

De repente, Camille fija su mirada dulce en mí haciendo que me sonroje y se acerca para que nuestros cuerpos queden a unos pocos centímetros de distancia.

''Vamos, Paulo. Es ahora o nunca''.

Decido desinhibirme yo también y tomo su cintura mientras ella envuelve sus manos alrededor de mi cuello haciéndome caricias en la nuca y el cabello. De un momento a otro, agarro su mano derecha para hacerla girar quedando adherida a mí pero de espaldas. Vuelvo a tomar su cintura haciendo que la punta de mis dedos viajen por su costado de arriba hacia abajo en simultáneo con sus manos acariciando nuevamente mi nuca.

Estar así con ella hace que algo se apodere de mí, algo que no reconozco. Suavemente despejo unos mechones de su cabello para poder susurrarle unas palabras. Trago saliva poniéndome nervioso y pensando si es lo correcto, pero finalmente decido hacerlo.

—Te ves muy linda esta noche, Cam —murmuro lentamente.

Ante mis palabras, ella da la vuelta para mirarme con detenimiento.

—Tú también, Paulo —dice sonriendo.

Acto seguido, toma mi rostro con sus delicadas manos y deposita un beso en el extremo de mi nariz enviando un choque eléctrico por mi cuerpo.

—¿En la nariz? —pregunto bromeando—. ¿No podría haber sido en la mejilla al menos?

—¿Y en qué otro lugar hubieras querido además de la mejilla?

Esa pregunta me toma desprevenido y provoca que mis intenciones no sean solo de amistad exclusivamente.

''Recuerda que se encuentra con algo de alcohol en su sangre y puede que no recuerde mañana''.

—En donde tú quieras —respondo con algo de excitación.

—De acuerdo, pero antes acompáñame a sentarme un momento.

La tomo de la cintura para que no pierda estabilidad y nos ubicamos en los mismos sillones de hoy temprano. De la nada misma, Camille me mira a los ojos profundamente como la vez que nos topamos en el corredor provocando que no quiera dejar de hacerlo por nada del mundo.

—Tienes unos ojos muy lindos, ¿sabes? —confiesa—. Son tan únicos.

Realmente me siento elevado en lo máximo. Ser halagado de semejante manera me hace sentir especial, distinto.

—Es más, son de un hermoso azul cielo. Jamás me cansaría de mirarlos y hasta lo consideraría un hobbie —dice con una bella sonrisa.

Esas palabras generan que mi corazón estalle de felicidad al saber que hay algo de mí que le gusta. Una sonrisa se escapa de mis labios y las ganas de besarla con fervor se apoderan de mi mente, pero prefiero no hacerlo para evitar que Camille se arrepienta más tarde.

—Creo que el alcohol te pone poética, Cam —exclamo riendo.

—Por tus ojos me haría poeta —dice mordiéndose el labio y mirando los míos.

Escuchar eso hace que nuevamente las ganas de besarla me consuman, así que decido acercarme hasta el roce de nuestras narices y sostengo mi mirada con la suya, pero me detengo.

—¿Por qué te detienes? —pregunta algo triste y adormecida.

—No es correcto, no contigo en este estado de ebriedad porque no estás consciente de lo que haces. Ven te llevaré a tu departamento.

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Bueeeno, gente!!!! Volví con capítulos dobles como prometí y los más probable que los siguientes sean la próxima semana.

Voten y comenten para saber si sigo con la historia o la pauso un tiempo. Los leo!!!

PD: acaso Camille y Paulo comienzan a sentir cosas más profundas uno por el otro?

Azul cielo | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora