28.

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Lo que siguió en cuanto vi a Nat irse fue bastante confuso, fue como si un impulso de adrenalina, solo recuerdo que me solté de alguna forma de Henry, al cual ni siquiera volteé a ver mientras me iba corriendo, y estaba caminando entre un mar de cuerpos y de entre los cuales pude distinguir la parte superior de la cabeza de Nat.

Y de repente mi mano se cerró en su brazo, tomándolo con fuerza y haciendo que, de una sacudida brusca, mirando por el rabillo del ojo me doy cuenta que nos encontramos fuera de la casa donde es la fiesta.

El frio de la noche me golpea directamente en el pecho, pero mi respiración agitada y la adrenalina que estoy sintiendo, no me deja experimentar el calor en todos los sentidos. Nat me esta mirando con el ceño fruncido, y desde mi punto de vista los ojos del chico parecen haber perdido su brillo.

– ¿Qué quieres Taylor? – Escupe bastante enojado. Yo no me había dado cuenta que quería, solo corrí hacia él, sin penar siquiera que decir.

– Yo... – Comienzo, pero un nudo en la garganta me impide seguir diciendo alguna otra cosa.

– No tienes que decir nada, lo acabo de ver todo. – Soltó de una forma indignada, mientras con el dedo índice señalaba el interior de la casa. – Vi como estabas con ese sujeto, sin importar que yo estuviera cerca. – Su aliento caliente me golpeaba en el rostro, se veía que el hacia un esfuerzo para no gritar. – Engañándome.

Sentía que algo se quebraba en mi interior, y solo sentía como el calor se me subía a la cara y como mi rostro se contorsiona para formar un ceño fruncido.

– ¿Yo engañándote? – Pregunto bastante ofendido, mientras el asiente, con los brazos cruzados.

– En primera, tu y yo nunca formalizamos nada... – Estoy a punto de decir algo más, pero me interrumpe de golpe.

– ¿Entonces quieres decir que no te importo?

– ¿Me hablas a mí de lo que importa y lo que no? – Lo veo asentir, o al menos eso creo, fue un movimiento de cabeza tan bajo que supongo que fui yo el único que lo logró notar. – No me quieras decir algo cuando tu ni siquiera pones el más mínimo ejemplo.

Sin quitar su semblante de furia lo veo hacer una mueca de duda.

– Hace menos de una semana te vi en el centro comercial, en la zona de alimentos, mientras tu y otro chico se estaban besando. Justo cuando nosotros estábamos comenzando algo. – Solté comuna furia que nunca me había notado.

Nat solo abre los ojos como platos, con una sincera sorpresa en su rostro, como si hubiera tocado un tema el cual él no quería que nadie se enterara, incluso un leve rubor aparece en sus mejillas.

– Pero eso es...

– ¿Distinto? – Lo corto justo antes de que termine la frase. – No es nada distinto, así como tu te metiste con ese chico, yo estuve con Henry.

Al decir su nombre parece como si lo buscara instintivamente con la mirada, pero, al menos a mis costados no se encuentra nadie, aunque siento que hay miles de miradas a mi alrededor, y por lo bajo, murmullos varios.

– Tú no sabes de lo que estás hablando Taylor.

– Por supuesto que lo se Nat. Al parecer no eres el pan de dios que todos creen que eres.

– Mira quien lo dice, el muchacho que no es lo suficiente maduro para entender las cosas. – Hizo un ademan abriendo los brazos y mirando al cielo.

Nuestras Ventanas. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora