26.

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Me dejo caer en mi cama, mientras mi pecho se infla lentamente con cada dos latidos de mi corazón, es algo relajante, y mientras tanto me abrazo fuertemente de mi pingüino, aumentando un poco de presión en mi pecho. Cierro los ojos mientras dejo que lo único que ilumine mi cuarto es la luz de la lámpara que está a un costado de mi cama.

Mi habitación inundada en una profunda oscuridad únicamente salvada por ese chorro de luz dorada que choca contra el techo y se extiende por este y rebota al piso.

Estoy a punto de acomodarme para dormir cuando de repente escucho una notificación en mi celular. Me levanto dejando a mi pingüino cerca de borde de la cama, acercándome a mi teléfono, que brilla con una luz blanca, uniéndose a la luz dorada que se mantiene como única fuente de luz.

Deslizo la pantalla y lo desbloqueo, con solo un pulgar entro a revisar a notificación. Es para pedir aceptar una vídeo llamada, no reconozco al inicio el nombre del usuario, debido a que me he quitado los lentes, pero si alcanzo a distinguir el icono para contestare. Lo deslizo y una luz más brillante inunda todo el lugar, y aun sin lentes necesito entrecerrar los ojos; Escucho varias voces, y me dirijo directamente a por mis lentes en la mesa a un costado de la cama.

– Taylor. – Escucho que dice una voz al otro lado del teléfono, una voz femenina, bastante tranquila.

– Luisa. – Le contesto cuando finalmente la logro enfocar, está en su cuarto, lo reconozco, ya que tiene fotos instantáneas de nosotros en la pared.

– ¿Tienes algo planeado para esta noche?

– La verdad no, pensaba acostarme de una vez, y ver unos cuantos vídeos en YouTube.

– Pues abandona esos panes sosos, ven con nosotros.

– ¿Nosotros? – Pregunto enarcando una ceja mientras Luisa mueve el teléfono y veo que ahí está el resto de los chicos, JJ, Mountain y Sandy, cada uno preparado como si fuera a ir a una fiesta. Luego la cámara regresa a mi amiga.

– Vete preparando, pasamos por ti en unos minutos.

– Está bien. – Sonrío mientras veo a mi amiga despedirse, y el teléfono se vuelve a apagar, mostrándome con el difuso reflejo que a duras penas se alcanza a notar por el brillo de la lámpara, siendo la única fuente de luz.

Miro por la ventana removiendo un poco la cortina, el cuarto de Nat está apagado, solo una pequeña franja de luz proveniente de pasillo me indica que la casa no está sola.

Cierro la cortina con rudeza y regreso a mi cuarto mientras me voy quitando la ropa que iba a usar para dormir y buscando algo que me pueda hacer lucir bien. 





Mis padres estuvieron encantados en dejarme salir, mientras mi hermana me lanzaba una mirada asesina, a ella no la permiten ir a estas horas a una fiesta, por pequeños problemas que a veces tiene cuando toma de más, y peor sabiendo que su grupo de chicas pesadas tampoco se salvan de esos problemas.

Me siento en la acera de la calle mientras busco lado a lado, esperando a que mis amigos hagan acto de presencia, sólo espero que Mountain no este conduciendo, el siempre que lo hace nunca pide indicaciones o no las escucha, y termina perdiéndose de vez en cuando. Por encima de mi hombro volteo a ver a la casa vecina, notando que el cuarto de Nat sigue totalmente apagado, como hace tan solo unos minutos.

Nuestras Ventanas. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora