30.

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El delicado aire fresco me golpea en el rostro, y tembló por un calosfrío, siento como mis mejillas se calientan un poco, y a través del cristal de mis lentes veo mi nariz, que casi siempre es pálida, esta vez esta roja, siento como mis manos se cierran entorno a las hojas de la libreta, mientras la sostengo con una mano, y con la otra tengo mi teléfono, iluminando con este lo que viene escrito en las hojas, mis manos siguen con esa sensación de la tierra humedecida en la noche, le acabo de lanzar una pequeña piedra, esperando que me contestara, o que por mínimo saliera, lo que creo que logre, mientras escucho el chasquido del pestillo de la ventana, y como esta, casi de golpe se abre, mientras la cortina se desperdiga por el exterior, y sus blancas manos salieron sujetándolas, se recarga casi por completo en el alfeizar de la ventana.

Le silbo para que me voltee a ver, el confundido me busca, y enfoco mejor la luz de mi teléfono en el blog, a lo lejos lo veo entrecerrar los ojos, intentando enfocar lo que dice:



¿Podemos hablar? 



Hago una curiosa mueca cuando siento que el lo esta leyendo, o al menos hasta ese momento, esperando que el me de su respuesta, pero solo lo veo cerrar la ventana luego de introducir la cortina oscura.

Borro mi sonrisa, pensando que seguramente no quisiera hablar conmigo, sólo asiento levemente y frunzo los labios, tomo mi teléfono y desactivo la lampara, dejándome solamente con l luz que proviene de mi casa, y de la de Nat, y de la luna. Me lo guardo en el bolsillo y agarro el blog, listo para guardarlo.

Sólo alcanzo a dar dos zancadas cuando escucho como otra puerta se abre, y de esta sale Nat, colocándose una sudadera de color guinda, o que al menos por la oscuridad, es el color que se distingue.

Sonrío como tonto mientras me acerco un poco a la cerca que nos separa, por donde lo vi saltar una vez, parece que el se coloca de puntillas, ya que aumenta de tamaño, coloca sus brazos cruzados sobre la madera, y su barbilla sobre estos, esto parecería algo alegre, algo que hubiéramos hecho en otro tiempo, pero me muestra un rostro serio.

– Hola. – Le digo timido, cohibido, mientras un reflejo blanco aparece en sus anteojos.

– ¿Qué pasó? – Me dice con un tono que no parece expresar enojo para nada.

– Quiero hablar contigo. – Junto mis manos en mi espalda, aun sosteniendo el blog de dibujo.

– Si, lo noté. – Dice señalando con la cabeza al blog que esta detrás de mi. – Y por la piedra que lanzaste.

– Lo siento. – Digo avergonzado.

– ¿Qué hubieras hecho si no hubiera decidido salir?

– Hubiera usado mi plan B.

– ¿El cual era? – Enarca una ceja, bastante curioso.

– Lanzar esta otra piedra. – Saco de mi bolsillo otra piedra, apenas del tamaño del tamaño de un cacahuate, de color gris oscuro.

Esa respuesta le saca una sonrisa a Nat, el cual me mira abandonando casi por competo la expresión de intriga, con un brillo coqueto en sus ojos, embelesado, parecido al que tenía cuando nos besábamos.

– ¿Vas para allá o vienes tu?

– Pues. – Estoy a punto de contestarle, que voy para allá, pero sin darme cuenta el esta brincando ya la división de madera.

Nuestras Ventanas. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora