15.

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El auto se detiene con una leve sacudida enfrente a una tienda a la cual no logro identificar al inicio desde mi punto de vista ya que esta más cerca de asiento del piloto, pero en cuanto logro salir del auto cuidando de que algún auto no me atropelle logro verla.

Ya había pasado tiempo acá, es una heladería, de la cual mis amigos se quejan, diciendo que su helado tiene un extraño sabor, pero al meno a mi me encanto. Doy la vuelta por frente del auto mientras mi mano izquierda pasa por todo el auto, y las yemas de mis dedos acarician el metal que se ha calentado con el sol de toda la tarde, y sintiendo cada hueco de la cajuela hasta que llego al frente y el chico con gruesos lentes me sonríe.

– Así que tu sorpresa es un helado – Digo mientras volteo a ver la sucursal, su logo es una copa de cristal con tres bolas de helado y una cereza encima.

– Pensaba que te gustaban, al menos eso me dijo Sandy.

– ¿Le preguntaste a Sandy? – El asiente con una sonrisa mientras se recarga en la puerta del coche mirando igualmente el logo – ¿Te lo dijo sin rodeos?

– Pues me menciono algo de que su sabor parece indicar a rastros de algún control mental comestible por parte de los aliens.

– Esa es Sandy.

– Si pues, estando aquí afuera nunca probaremos lo bueno que dicen que son – Hago una mueva extrañado mientras el abre la puerta y me deja entrar. – Bueno, a ti te gustan, entonces supongo que han de ser buenos.

Cierra la puerta mientras entramos hasta el fondo, en donde una chica con una camisa guinda nos sonríe, o bueno, eso pensaba hasta que se recarga sobre el mostrador para darle un fuerte abrazo a Nat, quien corresponde, y como sucede siempre que no conozco a alguien que habla muy bien a un amigo, activo mi modo planta.

– Hola Nat, tiempo sin verte – Dice sonriente mientras se acomoda el cabello castaño detrás de la oreja.

– Ya lo sé, cuando me fui éramos tan pequeños – Comenta con un dejo de nostalgia mientras suelta un suspiro y sus hombros se levantan rápidamente para regresar a su postura de siempre con las manos en los bolsillos.

– Nueve o diez años, si no mal me acuerdo – Dice la chica cruzando los brazos con una sonrisa mientras parece reparar en mí, me dirige la mirada, pero no me muestra una sonrisa tan amplia como lo hizo con Nat – Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarle?

– Viene conmigo – Nat se acerca a mi tomándome de los hombros casi evitando que diera un respingo – Es un amigo de la infancia, quiero reanudar viejos lazos con antiguos amigos, éramos vecinos y lo estamos volviendo a ser.

Meto mis manos en mi sudadera algo apenado mientras esbozo una sonrisa algo tímida sintiendo mis mejillas calentándose poco a poco.

– Eso sí que es bueno – Dice la chica recargando una mano en el mostrador mientras su cabello se recorre lentamente – A ver cuando salimos tu y yo para recuperar viejos lazos.

– Suena bien, ¿Cuándo tienes el día libre? – Pregunta Nat quien de reojo lo veo y arquea una ceja.

– Mañana, sábado no tengo trabajo – Comenta la chica mientras le sonríe a Nat abiertamente.

– Entonces si quieres paso por ti. ¿Sigues viviendo en donde mismo?

– Si, hace unos años casi me mudo, pero sigo en la misma casa.

Nuestras Ventanas. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora