ALIMENTO AL FIN

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Comí la sopa como si de la comida más deliciosa del mundo se tratase. Cuando llevaba unas 15 cucharadas, ya no noté la cuchara tocando mis labios para que comiera. No me había saciado en absoluto, pero el dolor de mi estómago disminuyó.

Unos segundos más tarde me apoyó un vaso sobre los labios.

Eso, eso era lo que más deseaba tener en ese momento. Agua. Sentí como el líquido pasaba por mi garganta como si un bombero estuviese apagando un fuego.

No estaba especialmente buena, ni fría, pero calmó mi sed.

Cuando terminé el vaso de agua, jadeé, pues él, me dio el vaso de agua sin dejarme respirar.

Entonces se fue, sin más. 

No me dirigió la palabra en ningún momento de los días que llevaba ahí.


HORAS DESPUÉS

Sentí como se acercaba de nuevo a mí, estaba dormida, por lo que no lo oí entrar.

Comenzó a soltar mi cuerpo de las cuerdas, realmente, solo me quitó las cuerdas de la cintura y las piernas; pero las de los brazos me las dejó. Y por supuesto también la cinta de mis ojos.

Me agarró de los brazos fuertemente y me levantó.

Comenzamos a caminar.

50 DÍAS CIEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora