MALA IDEA

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Seguía semidesnuda y adolorida. Tenía sed. Llevaba unos 7 días aquí, necesitaba evacuar ya.

Tendría que pasar mucha vergüenza pero era eso, o morir.

A si que me decidí, y me propuse hacerlo cuando el volviese a llevarme al baño.

Pero para mi desgracia, no pude hacerlo, pues él no vino en todo el día.

Entonces pensé.

Si él sube unas escaleras y abre una puerta, algo debe haber arriba. Quizás alguien.

Aunque si yo no oía coches ni ningún otro ruido que antes oía normalmente, quizás estuviera en un lugar apartado de la civilización. Como en un bosque, o un campo.

Pensé que si había alguien y gritaba, tal vez me salvase. 

O tal vez hubiese más gente secuestrada como yo.

Grité, grité con todas mis fuerzas, como nunca antes lo había hecho. Pedía ayuda desconsoladamente. 

Tras un buen rato gritando y suplicando me derrumbé y comencé a llorar.

Entonces la puerta se abrió.

Alguien bajo las puertas más rápido del ritmo con el que las solía bajar mi secuestrador.

50 DÍAS CIEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora