Rose Dawson

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Salí de allí pensando en el pequeño, pero no podía dejar de pensar en su madre, se me hacía difícil siquiera imaginar que aquella mujer probablemente no volvería a ver a su bebé, después pensé en si fue una buena idea o no el apartar al bebé de ella, por un lado me sentía feliz de que el nene estuviera presente pero por otro... no podía dejar de sentirme culpable de la muerte de aquella mujer.

Bajé mi vista viendo la valija, me sentí mal y enfadada conmigo misma y con esa cosa ¡¿Por qué la maldita valija había sobrevivido y la mujer no?! No dejaba de pasar por mi mente los ojos de la mujer intentando sobrevivir en el mar, me sentía culpable porque había separado al niño de ella, me sentía bien porque estaba a salvo pero ¿Acaso era que ella sentía que no soportaría la noche? ¿Por eso me habrá dado al pequeño? ¿Y si tampoco era suyo? ¡No! ¡Eso no podía ser!

"¿Por qué? ¡¿Por qué?!" Era todo lo que pensaba ¿Por qué yo seguía aquí y la mujer no? ¿Por qué estaba yo aún sino pertenezco aquí?

Balancee la valija un par de veces adelante y atrás jugueteando con ella mientras cuestionaba mi existencia ¿Acaso estaría aquí para cumplir alguna especie de misión?

En un balanceo hacia delante la valija se abrió y tiró las pocas pertenencias a los pies de un marino. Me arrodillé apenada mientras trataba de meter todo en su lugar nuevamente, el marino se agachó y me ayudó a recoger unos papeles.

-Discúlpeme- le rogué metiendo el testamento (que por algún milagro estaba seco) en la maleta.

-No se preocupe, suele pasar- sonrió amablemente dándome un vestido (este si estaba mojado)

-Gracias- tomé el vestido de sus manos, lo exprimí y medio doble poniéndolo en la maleta otra vez.

Ambos nos levantamos, él tomó una lista que traía debajo del brazo.

-¿Puede decirme su nombre?- me preguntó viendo la lista.

-Karenina, Karenina... - me detuve en segundo esperando a que levantará la vista.

-Estuvo hace dos días en enfermería ¿No es así?- preguntó enseguida levantando la mirada.

-Sí- traté de dar una mirada a su lista.

-Ya, bueno eso es todo lo que necesitaba, gracias- me sonrió y siguió caminando preguntando a los demás.

Caminé por la cubierta un rato más, ya se estaba haciendo noche y amenazaba con llover, dejé mi maleta la habitación, estaba compartiendo aquel lugar con otras 10 mujeres, la mayoría deseaba encontrar a su marido por lo que casi ninguna estaba allí; se la pasaban fuera esperando que la lista de nombres se actualizara y pudieran encontrarlos. Volví a salir a cubierta, llevaba conmigo una manta que nos habían obsequiado. Estornudé un par de veces y me enredé con esta hasta la cabeza, abracé mi cuerpo esperando calentarme.

Mucha gente más andaba como yo, podía decirse que tratábamos de que fuera mejorando la situación, de seguir con nuestra vida y superar lo que había pasado.

A unos pocos metros alcancé a ver a Jack y Rose jugueteando como dos tortolos enamorados. Rose llevaba un largo abrigo, que no reconocí de quien era, Jack llevaba la misma manta que yo enredada en su cuerpo, el pelo de ambos parecía aun decaído, seco y un tanto aplastado pero parecía estar retomando su forma original.

Me recargué en uno de los botes salvavidas de la cubierta viéndolos a ambos, no podía evitar sonreír, ¡Jack estaba aquí, allí, vivo! ¡Junto con Rose! Ellos podrían hacer su vida juntos, lo que sucediera de aquí en adelante dependería de ellos, su futuro no estaba escrito y esto lo definía.

Jack abrazó a Rose por unos segundos, después la miró con cariño quitó un mechón de pelo que estaba en su frente y lo acomodó detrás de su oreja.

TITANIC. Si Jack hubiera sobrevivido (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora