El día de la desgracia. (Díselo)

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14 de abril.

Amaneció era un nuevo día para todos, un día más para disfrutar en el Titanic, a excepción mía, pues aquel perturbador recuerdo del día anterior no me dejaba en paz ¿Sería cierto lo que yo sabía? ¿Por qué creía eso? ¿Habría perdido el juicio? ¿En verdad me estaba afectando el viaje? Fuera lo que fuera, algo dentro de mí había cambiado, sentía un nudo extraño en el estómago pero me parecía normal, como si tener ese dolor fuera parte de mí siempre.

No podía evitar lo inevitable, esa misma noche el Titanic se hundiría. Tenía que decírselo a la mayoría de personas pero sin causar un alboroto entre estas, sería un trabajo difícil llegar a salvar a tantas personas con tan poco tiempo y tan poca disposición de la gente por escuchar a una simple chica ¡Pero debía de intentarlo!

¿Qué podría hacer yo para salvarlos? Avisarle al capitán de lo que ocurriría ¿Cómo podría salvar a Jack y a los demás de aquel terrible destino?

Por mi mente empezaron a pasar los gritos de las personas, aquellas perturbadoras escenas de lo que sucedería horas después si yo no ayudaba. Las personas encerradas mientras el agua seguía llenando los compartimientos del barco, los marinos tratando de controlar la situación, los gritos de las personas en cubierta que no deseaban dejar a sus familiares, aquellos que peleaban por subir a los botes pero no los dejaban y los músicos que estaban allí.

Si tenía la oportunidad de cambiar todo esto, no dejaría que volviera a suceder. Ahora ya había alguien que podría ayudar y el primer paso era tratar de decírselo a Jack ¡Necesitaba un aliado a mi descabellado plan!

Sin darme cuenta había vagado por los pasillos hasta que Jack me sacó de aquel transe en que entre tomándome del antebrazo. Él sonrió emocionado pero yo no compartía ese sentimiento, era cuestión de decírselo en ese momento.

-¡Qué bueno que te encuentro!-le dije tomando un respiro-tengo algo muy importante que decirte.

-Yo también. Siento que si no se lo digo a alguien pronto voy a explotar y no he visto a Fabritzio desde la mañana.

-¡Al punto Jack!- le interrumpí exaltada

-¡AMO A ROSE! -gritó fuertemente con la misma sonrisa de oreja a oreja, causando que algunos que pasaban cerca de allí lo vieran, mientras que yo sonreía por su reacción- Y estoy dispuesto a decirle.

-Pero Jack ¿Te has vuelto loco?- le pregunté abriendo mis ojos dejando a un lado la sonrisa

-Eso me dicen muchos, pero en verdad la amo y necesito decírselo antes de que explote ese sentimiento que tengo. Quiero que me acompañes a primera clase, en este momento. Debo de decírselo.

Jack estaba tan emocionado que, tomando mi mano, me jaló consigo sin dejarme responder o abrir la boca para decir algo. Subimos casi corriendo por las escalerillas de la cubierta de segunda clase. Jack tenía en mente un plan sagaz para poder infiltrarse, pasamos segunda clase sin problema y después me cargó para pasarme a primera clase y él se brincó con la ayuda de una banca que estaba cerca del barandal.

Entonces Jack me condujo por un pasillo muy elegante recubierto de madera y cristal, después nos metimos a un largo corredor que llevaba al comedor, la mayor parte del camino Jack iba casi trotando sin ver si alguien estaba allí o no. Yo volteaba en cada esquina esperando a que alguien nos detuviese pero al parecer no había nadie en el camino.

Atravesamos por unas puertas de madera con cristal que llevaban a una escalera, la parte de arriba tenía una cúpula de vidrio artesanal que permitía que la luz entrara en aquel lugar de manera majestuosa. Jack me llevó hasta las escaleras y comenzó a bajar rápidamente estas. Por in instante me paré caminando en círculo en los escalones viendo el hermoso vitral de cristal que había en el techo, luego vi el reloj incrustado en la pared de madera tallada, las escaleras con aquellos acabados tan delicados y, al final de estas, el ángel que estaba esculpido con la lámpara.

TITANIC. Si Jack hubiera sobrevivido (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora