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Respiré profundamente e intente aguantar las lágrimas, pero no lo conseguí. Todo esto logró sobrepasarme, nunca esperé verme en esta situación, mi madre parecía tan sana y feliz las veces que veníamos a visitarla junto a Mason. Las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro y parecía que nunca iban a detenerse.

Luego de un par de minutos, en los que solo me dediqué a llorar silenciosamente, seque mi cara y respire un par de veces para tranquilizarme y finalmente hablar.

-¿El único tratamiento que mi madre no ha intentado ha sido la quimioterapia?- pregunté.- Necesito que me dé opciones doctor.

-La única opción que nos queda es la quimioterapia- afirmó.- Su madre no accedió a hacérsela hace algún tiempo, no sé si habrá cambiado de opinión.

-Yo la convenceré para que lo haga- dije.- ¿Puedo verla?

-Por supuesto, yo mismo la acompañaré- dijo levantándose.- Por favor no la altere y trate de ser comprensiva con ella, cuando supo de su enfermedad dijo que quería aprovechar lo que le quedaba de vida al máximo.

-Claro que no la alteraré- sollocé.- Solo quiero verla y estar con ella.

-Por supuesto señorita- asintió.- Por favor si necesita cualquier cosa, siéntase en la libertad de pedírmelo.

-Me llamo Khloe, que me diga señorita es muy formal- dije secando mis lágrimas.- y muchas gracias por su ofrecimiento doctor.

-Me llamo Bruce, que me diga doctor es muy formal- dijo repitiendo mis palabras.- Y no es necesario que agradezcas Khloe, lo hago por ayudar, tu madre es una mujer increíble.

Guardé silencio y seguí caminando junto al doctor, luego de unos minutos nos detuvimos delante de una puerta y Bruce me indicó que esa era la habitación de mi madre.

Me acerqué a la puerta y respiré profundo un par de veces, apoyé la cabeza y cerré los ojos por unos instantes. Tenía que ser fuerte por mi madre, ella me necesitaba. Abrí la puerta y la ví acostada en una camilla, lucía tan espectacular como siempre, y quien la mirara dudaría mucho que ella la mujer de la que me habló el doctor, aquella que está muriendo lentamente debido a una enfermedad como el cancer de mama.

-Hola bebé, ¿Cómo estás?- pregunto mirándome.- ¿Hace cuanto llegaste?

Sin responder nada, corrí a su lado como una niña pequeña y la abracé como cuando tenía pesadillas por las noches después del secuestro.

-Mami, ¿Porque no me dijiste nada?- sollocé.- ¿Porque papá y tú nos ocultaron algo como esto?

-Ay mi bebita hermosa, precisamente por esto no quería que ustedes supieran- dijo suspirando.- ¿Mason lo sabe?

-Mason no sabe nada aún, no pudimos ubicarlo- susurré entre lágrimas.- Mami, por favor dime qué te harás la quimioterapia, el doctor dice que es el único tratamiento que te falta probar.

-Hija no quiero llevarme otra decepción, lo más probable es que el tratamiento no funcione- dijo mirándome.- Además mis bebés ya están grandes, y se tienen el uno al otro para cuidarse entre sí.

-Mamá nosotros aun te necesitamos, no digas eso- susurré llorando.- No puedes resignarte a la muerte.

-Bebé, he pasado por muchas cosas durante estos dieciocho meses- murmuró triste.- Pero últimamente se ha vuelto peor, lo que más me preocupa es tu padre. Tú lo conoces, sabes cómo es.

-Si tu no estas papá se convertirá en un adicto al trabajo, eres tú quien lo hace despejarse y quién logra sacarlo de la oficina- dije tristemente.- Si lo abandonas, él no será ni la sombra de lo que es.

-Lo sé hija, pero ya lo decidí- dijo mirándome.- No me haré la quimioterapia.

Me solté de su abrazo, y me alejé de la camilla. La mire durante unos minutos y me acerqué a la puerta, justo antes de abrirla mi madre hablo.

-Hija no te vayas así- pidió mirándome.- No quiero que te enfades conmigo.

-Tal vez si no fueras tan egoísta me quedaría- sollocé.- Pero solo te importa lo que tú estás pasando, no piensas en como se siente papá, como me siento yo, o como se sentirá Mason cuando lo sepa.

Luego de decir eso, salí de la habitación y corrí por el hospital hasta llegar al estacionamiento. Busque mi auto y me metí en él, cerré las puertas y me puse a llorar.

Lloré apoyada en el volante durante mucho tiempo, y parecía que las lágrimas no iban a detenerse nunca. Estaba muy enojada con mi madre, por no decir furiosa, entiendo que ella lo está pasando mal, muy mal, pero no se da cuenta que si ella muere eso nos destruiría a todos. Incluso Ashton estaría mal, porque la quiere como una madre.

Sentí mi teléfono sonar, y luego de unos segundos la llamada se cortó. Recién ahí me dí cuenta que lo había olvidado en el auto. Lo tomé y ví que tenía al menos dieciséis llamadas perdidas, siete eran de un número desconocido, cuatro de Mason, y cinco de Sierra.

Llamé a mi mejor amiga, la necesitaba y sabía que ella me apoyaría.

-¿Khloe?¿Estás bien?¿Porque no contestabas tu maldito teléfono?

-Sierra, te necesito.

-¿Cariño que sucede? ¿Estas llorando?

-Va a morir Sierra, ella va a morir.

-Khloe, ¿Quien va a morir? No me asustes.

-Mi mamá va a morir, ella...Ella tiene cancer.

-¡Ay dios mío Khloe! Cuanto lo siento cariño, ¿Dónde estás?

-Estoy en Hornsby, por favor no le digas a nadie dónde me encuentro.

-Llegaré lo más rápido que pueda, y puedes estar tranquila cariño que no le diré a nadie dónde estas, le inventaré alguna excusa a Luke, saldré para allá en una hora aproximadamente.

-Te enviaré la dirección de la casa de mis padres para que llegues allá.

-Está bien cariño nos vemos pronto, te quiero.

-Yo también te quiero Sierra, y muchas gracias.

Corté la llamada y miré mi celular decidiendo si debía llamar a Mason o no, pero decidí que lo mejor era que papá le contara. Yo no era lo suficientemente fuerte para darle una noticia así a mi hermano.

Sequé mis lágrimas con un pañuelo, e intenté calmarme. Encendí el auto y salí del estacionamiento para dirigirme a la casa de mis padres.

Una vez ahí, aparque el auto y toqué el timbre. Susan, la ama de llaves me abrió y al entrar me dirigí directamente a mi antigua habitación. Entré y la nostalgia me invadió, todos los momentos que pasé junto a mi madre en este mismo lugar, tantos recuerdos que más adelante serían dolorosos porque ya no tendría a mi madre junto a mí.

Caí de rodillas en el piso y al fin dejé salir libremente las lágrimas que había estado conteniendo durante el camino, mis sollozos eran desgarradores, me dolían los ojos, la cabeza y me ardía mucho la garganta, pero aún así grité, lloré y maldije por lo injusta que es la vida.

Pregnant [CTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora