XII. El Tiempo

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Tiempo.

Tiempo.

Tiempo.

Algo que me pone de los nervios. Tal vez se deba a mi impaciencia.

La mayor parte de las veces que viajo a mi mundo de caos mental, me imagino que el Tiempo es una persona. Intento crear su apariencia; ¿Guapo, feo? ¿Hombre, mujer? ¿Joven, viejo? ¿Delgado, entrado en carnes?

Y yo que sé. Sólo sé que le haría muchas preguntas, entre ellas estas dos:

-¿Cuánto de tí piensas que una persona tiene?

-¿Cuánto de tí piensas que alguien es capaz de soportar?

Y como posiblemente vería que se reiría en mi cara por yo no saber nada y él saberlo todo, llena de ira le diría:

-Puede que para tí sean preguntas de lo más sencillas, o directamente ni siquiera te dé la vena de contestar, para qué nos vamos a engañar. Pero eres inmortal, capullo. Y posees todo el tiempo del mundo que una persona rota querría disponer para la cura de su maldita alma.

-Seguro que hay más de quinientas almas que se han perdido en tí, esperando ser encontradas o reparadas. Y tú, tú seguro que te estas partiendo la caja de la risa mientras tanto.

Y ahora digo yo una cosa; al lado del Tiempo, ¿de verdad seguimos siendo nosotros, las personas, los únicos egoístas?

Lo Que Casi Sin Querer SangroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora