XXIII. Hasta Aquí

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Y entonces se secó las lágrimas con el dorso de la mano, se obligó a esbozar una media sonrisa y corrió a su cuarto.
Agarró su chaqueta de franela negra y se la puso. Después, se metió en el baño, agarró su estuche bien cargado de maquillaje y se pintó frente al espejo.

-Hasta aquí. - Le dijo a su reflejo con la voz firme y la cabeza bien alta.

Pocos segundos después fue cuando agarró el pomo de la puerta y salió de casa, completamente decidida de que aquella noche era su noche, y nada ni nadie se la iba a arruinar.

Y así fue.

Lo Que Casi Sin Querer SangroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora