XXVII. De Un Bocado

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Me encanta verla correr y gritar como una niña de cinco años.

Me encanta esa cara larga que se le queda cuando la invito a cenar sin que ella tenga tiempo de impedírmelo.

Me encanta verla columpiarse en el parque, con su piruleta en la mano y el pelo revuelto por tanta hiperactividad.

Adoro verla sonreír... Como si nada le preocupara, como si nunca le hubieran partido el corazón tantas veces, como si realmente quisiera comerse el mundo...

Y así era; cada vez que sonreía lo devoraba de un bocado.

Lo Que Casi Sin Querer SangroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora