Cuando dormía, sus demonios dormían con ella.
Verla dormida era lo mejor del día; se le veía tan tranquila, tan en paz, tan inofensiva...El problema era cuando despertaba, porque con ella también lo hacían esos malditos demonios.
Y entonces yo la miraba directamente a los ojos, y me daba un miedo de vértigo, pues eran un tremendo vacío glacial lleno de decepciones.
Pero le acariciaba la piel dulcemente, de arriba abajo, repetidas veces. Me acercaba a su oreja y le susurraba:
-Hueles a inseguridades. Déjame que te las bese.
La sonrisa que se le formaba al escucharme decir aquello no tenía precio.
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Lo Que Casi Sin Querer Sangro
PoetryCuando das todo por intentar algo que tal vez suponga tu perdición, tal vez es porque en lo más profundo de tí tienes la tremenda esperanza de que puede que salga bien, de que puedes conseguir un tesoro cavando en las tierras del mismísimo infierno...