XXX. Oír Tus Gritos Silenciados

22 4 0
                                    

Él me decía que cada noche gritaba hasta quedarse sin voz.
Por lo que yo siempre entornaba los ojos y le respondía que eso no era verdad, porque yo dormía con él y jamás lo escuché gritar en la madrugada.

Entonces él esbozó una débil sonrisa y, sin mirarme y en un susurro casi inaudible, me dijo:

-Nunca nadie los escucha.

Fue ahí cuando lo entendí todo y me esforcé lo que no estaba escrito para poder oírlo cuando gritaba y hacer de sus gritos menos gritos.

Desde entonces, ambos esperamos la llegada de la madrugada en un silencio como es debido, y envueltos en una tremenda armonía.

Él sólo necesitaba ser oído.

Lo Que Casi Sin Querer SangroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora