XXVI. Luz Encendida

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No. Se acabó eso de volver cuando ves la luz encendida.

Me niego a que me vuelvas a cambiar la bombilla, prometiéndome que tu luz tiene más intensidad que las demás.
Nunca me preocupé en leer tu letra pequeña, en la cual advertía de constantes y peligrosos cortocircuitos de los que yo siempre fui víctima.

No. Tus juegos de tocar a mi puerta con una caja repleta de golosinas ya no funcionan conmigo.
También he aprendido a que me agrade lo amargo.

Y no. Ya no dejo la luz encendida para esperarte a tí.

Lo Que Casi Sin Querer SangroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora