La abuela me secó las lágrimas con el dorso de la mano mientras cogía asiento a mi derecha, me agarró el mentón y me obligó a mirarla; sonreía, y me encantaba las pequeñas arrugas que se le formaban en las comisuras de los labios al hacerlo, y la extraña manera en la que se le achinaban los ojos.
Entonces, sostuvo una de mis manos entre las suyas, y sin dejar de mirarme, me dijo:-Mira, hijo, te voy a contar la historia de cómo conocí al amor de mi vida.
Fruncí el ceño y arrugué la nariz, pues no sabía si escuchar aquellas historias iban a hacerme bien en aquel momento.
Pero ella se me adelantó y me mandó callar antes de que pudiera reprocharle.Entonces ella continuó:
-Era una noche de verano. Hacía calor y yo había elegido mi mejor gala para el momento; ya sabes... Esos vestiditos con pamela que en mi época se llevaban tanto. -Rió. - Había salido a cenar con mis amigas, pero era tarde y ellas ya se habían ido a sus casas, y yo estaba esperando a que mi padre me recogiera en el coche. Y como estaba cansada de estar de pie, busqué un sitio donde pudiera sentarme tranquila. A lo lejos, ví un pequeño banco de madera, y como me pareció más que suficiente para mi comodidad, aligeré el paso hasta él.
Entonces, como tú abuela siempre fue muy torpe, - Me dijo mirándome y pegándose un pequeño golpecito en la frente. - pues metí el pie en el hueco de una alcantarilla mal arreglada y me precipité hacia el suelo. ¿Pero sabes qué?-¿Qué, abuela? ¿Qué pasó?
-Pues que no llegué a tocar el suelo porque alguien me agarró.
-El abuelo. - Afirmé decido con los ojos como platos. Me encontraba muy sumido en su historia.
-¡Un donjuán muy apuesto que caminaba tranquilo por las calles! - Gritó haciendo aspavientos con las manos. - Y cuando acerté a mirarle a la cara me quedé allí, en sus brazos... ¡cómo tal ilusa enamorada! ¿Y sabes qué pasó también?
-¿Qué pasó, abuela?
-¡Pues que decía quererme y cada mañana me lo encontraba en una esquina diferente besándose con una jovencita diferente! Y yo me ponía muy mal y lloraba mucho por él, por su culpa. Hasta que un día...
-¿Hasta que un día qué?
-¡Hasta que un día se dejó de esas pamplinas y se casó conmigo! ¡Míralo, por ahí viene! - Señaló justo detrás mía sin dejar de sonreír.
Me giré y ví a mi abuelo.
-Así que, hijo, no te desesperes. Todo puede llegar cuando menos te lo esperes. Y puede ser esa persona o no serlo. La vida es así, nunca sabes lo que se te va a presentar, y eso en cierto sentido tiene su encanto. ¿No crees? Si todos supiéramos nuestro destino desde el minuto cero... ¡Pues menudo aburrimiento y qué poco mérito se te daría! - Me dio un beso en la mejilla y me palmeó dulcemente el hombro. - Así que llora ahora todo lo que puedas, pero de nada te va a servir, pues va a ser lo que le dé la gana al destino, que es muy desdichado. ¿Pero quién iba a decirme a mí que esta clase de donjuán iba a casarse con una inocente jovencita como yo lo era?
Y mi abuela no podía tener más razón; soy el títere del destino, al igual que todo el mundo.
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Lo Que Casi Sin Querer Sangro
PoetryCuando das todo por intentar algo que tal vez suponga tu perdición, tal vez es porque en lo más profundo de tí tienes la tremenda esperanza de que puede que salga bien, de que puedes conseguir un tesoro cavando en las tierras del mismísimo infierno...