Roger mira a Raymond, sé que está analizando la situación, que no puede ser peor. Ray está sin camisa y yo estoy en bata de baño, todo esto lleva a mala interpretación. ¡¿Qué más quieres de mí, Señor?!
—Señor Butler —susurro.
—Creo que interrumpo algo aquí, mejor me voy —dice Roger mirándome de forma gélida.
—No... Uhmm, Ray, ¿Dónde está mi vestido? —Genial, no pude ser más imprudente.
La mandíbula de Roger se tensa mucho más, rueda los ojos y va hasta la sala.
Raymond me mira y sonríe.
—Él no dirá nada, tranquila. —Intenta tranquilizarme, pero con mi Butler afuera hecha una furia, no estoy para nada tranquila.
No sé por qué me estoy arrepintiendo de salir con Raymond, sé que fue un impulso besarlo, porque ¡Demonios! Se parece a Roger. Ahora no sé qué hacer, cómo arreglar la situación.
— ¿Mi vestido? —Repito, haciendo una mueca.
—Está en la secadora, lo lavé luego de que vomitaras.
Raymond lavó mi vestido de lentejuelas... no quiero pensar si se dañó o que, eso tenía que haberse llevado a la tintorería. ¡Lo que me faltaba!
Le pregunto dónde queda el cuarto de lavado para buscar mi vestido, él va por mí a traérmelo. Aprovecho para poder hablar con Roger.
Camino hasta la sala, el castaño está mirando su teléfono como queriendo quemarlo con los ojos, tiene su entrecejo fruncido. Nota mi presencia y me escudriña con su mirada.
—Puedo explicarlo. —Es lo que digo, ¿Pero qué voy a explicar a alguien que nunca me da explicaciones sobre su vida?
—No me debes explicaciones, aquí todo está muy claro, Lola —contesta con su voz ronca y fría, está molesto. Me muestra la pantalla de su teléfono, una foto de Raymond y mía aparece, era la selfie que nos tomamos—. Juegas con los dos.
Alzo una ceja en asombro, ¿qué me está queriendo decir?
—Aquí está, preciosa —dice Raymond trayendo mi vestido negro en sus manos—. Creo que no se dañó, tiene sus lentejuelas intactas —Se ríe entregándomelo.
Miro de reojo a Roger y este resopla.
—Gracias, Raymond. —Esbozo una sonrisa ladeada —. Permiso.
Me dirijo a la habitación de Ray, que es la única que hasta el momento reconozco, me quito la bata de baño y me coloco mi vestido mangas largas, noto que mis tacones están en una esquina de la habitación. Arreglo mi vestuario por última vez, calzo los tacones y vuelvo a la sala, para enfrentarme de nuevo a un gruñón que quiere matarme con su mirada y a un casanova, que ahora es mi amigo. ¡Ironías de la vida!
Me pregunto dónde está mi cartera o mi teléfono, que desastre soy hoy.
Llego a la sala y los hermanos están hablando en susurros, aunque dejan de hacerlo cuando me acerco. Se vuelve incómodo al momento.
—Ray —llamo al hombre de ojos azules—, ¿dónde dejé mi cartera y mi teléfono?
—Creo que los vi en la entrada, déjame buscarlos.
Va hacia la entrada del apartamento, allí hay un pequeño recibidor, con un espejo ovalado grande y algunos arreglos florales. Raymond tiene buen gusto en decoración.
—Aquí está, toma. —Me lo entrega.
Roger carraspea, volteo a mirarlo.
—Señorita Walts, ¿ya se va? —Me pregunta—. Si quiere la llevo a su casa.
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NO DIGAS NADA Y DISFRUTA
ChickLitLola Walts, es una joven contadora que trabaja en el sótano de una empresa de inmobiliaria, con una hermana a cuidado de personas engañosas, queriendo una vida nueva donde no tenga preocupaciones, solo decide disfrutar de una noche donde se olvidara...