Capítulo VI

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Llegamos a un hotel alejado de la ciudad, cualquiera podría pensar que soy una mujer contratada para dar sexo, pero ya estoy grandecita y aprendí hace mucho tiempo en no prestar atención a los prejuicios de la gente, Roger sabe lo que hace, yo también, es solo sexo y nada más.

No nos da chance de llegar a la puerta, él me atrapa entre sus brazos y me besa sin piedad, ¡qué calor tengo!, este hombre es todo lo bueno, sí así son sus besos, no me quiero imaginarlo en acción.

Me besa, toca con su mano derecha uno de mis pechos y me empuja hacia la puerta, no me deja de besar hasta que coloca la tarjeta para que podamos pasar a la habitación, yo le voy desabrochando la camisa mientras nos vamos introduciendo y acercándonos a la cama.

Él me sienta sobre la misma mientras se desabotona por completo su camisa, el saco del traje se lo quitó en el auto anteriormente.

Ahora estoy mirando directo a su abdomen marcado, una mega tableta que quiero besar, lamer y tocar.

¡Oh, por la Divinidad!, tiene una V marcada también, y un camino de vello desde el ombligo que va perdiéndose hasta sus pantalones.

No puedo dejar de verlo, es demasiado hermoso. Estoy mirando su entrepierna sin ninguna pena.

— ¿Te gusta la vista? —inquiere mientras echa su cabello hacia atrás, lo tiene un poco despeinado después de que mis manos cayeran en él.

—Se te da bien el gimnasio —insinúo enarcando una de mis cejas.

—Estás hablando mucho y sigues vestida.

Se acerca, me besa en los labios, toma mis manos y me desabrocha el vestido, de un momento a otro ya no llevo nada, estoy completamente desnuda; eso es porque no me había puesto bragas ni sujetador para que no se marcaran en el vestido.

—Oh, nena...

— ¿Sorpresa? —Le doy una mirada seductora. Él niega y empieza a darme besos.

Comienza en los hombros, luego se dirige a mi boca, y es así como una guerra empieza; la lujuria está ahí, carcomiéndonos. Tomo sus hombros y le doy un beso profundo en la boca, él me atrae a su cuerpo para sentirme más cerca y gimo. Su lengua danza con la mía a pasos apresurados, chillo, al segundo siguiente estoy boca arriba en la cama y él me mira fijamente con sus ojos marrones. Estoy a punto de empezar a arder, más de lo que estoy.

— ¿Sabes lo preciosa que eres, Lola? —Me roza el muslo con las puntas de los dedos de forma que me cosquillea... todo. Sin apartar los ojos de mí, sus manos están por todo mi cuerpo—. El día de la presentación me tenía embobado, su figura, sus pechos, no podía disimular todo el tiempo, señorita Walts y, hoy exploté, ese vestido esmeralda te queda tan bien. —Él habla de manera formal pero luego me tutea. Me hace marear.

—Roger... —Lo sorprendo llamándolo por su nombre. Sus manos están cerca de mi zona intima.

Me coge la barbilla, me da un beso suave y húmedo en los labios mientras sus dedos están dentro de mí, suelto un gemido, joder esto es muy bueno.

¡Oh, madre mía! Estoy muy excitada.

—Ahora —dice Roger con un jadeo—. Te voy a follar hasta que grites, porque hemos venido a eso, a disfrutar.

¿Qué?

Todo el aire contenido abandona mi cuerpo. Eso es lo más caliente que me han dicho durante el sexo.

Se termina de quitar sus pantalones, baja su bóxer negro y veo su extremidad, santísimo... él sí que está dotado.

Veo que busca algo en los bolsillos de sus pantalones y me doy cuenta que es un preservativo, lo observo como se lo pone; estoy muy húmeda, esto es demasiado.

NO DIGAS NADA Y DISFRUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora