Capitulo XIV

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Al día siguiente, fui temprano por Leslie, la iba a llevar a un parque de diversiones acuático, mientras iba subiendo las escaleras para ir a la casa de Cecilia, me detengo cuando escucho voces de personas discutiendo. Me he paralizado al darme cuenta que eran Cecilia y George.

— ¿Tú crees que Lolita nos va a ganar? —La voz del esposo de Cecilia se escuchaba rasposa como si estuviese borracho. ¿A las nueve de la mañana?

Intento buscar mi teléfono rápidamente para poder grabar cualquier cosa que digan y sea favorable para la audiencia.

— ¿Qué vas a hacer? —inquiere Cecilia con voz preocupante—. Deberíamos de sólo dejar que tenga a Leslie, esa mocosa me cansa.

Abro ligeramente mi boca con asombro.

—Vamos a perder la manutención, dejarás de ir al salón de belleza —responde George en voz alta—. No podremos comprar esos muebles de ensueño que deseas desde hace mucho.

— ¡No! ¡Tenemos que hacer cualquier cosa de tener por más tiempo a Leslie!

—Así me gusta Ceci, piensa en el dinero.

Estoy sorprendida, ni siquiera les importa, Leslie ha vivido con ellos por dos años, casi tres y no le han tomado cariño. ¡Joder! Mi pobre hermana vive con gente que finge quererla sólo por dinero.

Cecilia y George dejan de hablar y se escucha que cierran la puerta de su apartamento.

Termino con la grabación y se la envío a mi abogado por correo inmediatamente, él sabrá qué hacer con ello.

Respiro hondo y subo los últimos escalones que quedan para entrar al pasillo, llego a la puerta del apartamento y toco dos veces.

Al abrirse, veo a Cecilia con un vestido de flores y un delantal al cuerpo. Finge su mejor sonrisa. ¡Qué buena actriz! Cualquier podría pensar que es la madre del año.

Aprieto mis dientes, ¡qué hipócrita!

— ¡Buenos días, Lola! —Intenta tomar mi brazo.

Me aparto.

—Buenos días, Cecilia —contesto escéptica, sin afecto alguno. ¡A esta mujer no le doy ni agua!—. Vengo por Leslie.

Al decir eso, escucho los pasos de mi hermana. No son tan fuertes como los de George.

—La traes el domingo temprano —informa Cecilia en tono demandante.

—La traeré a la hora que yo quiera —replico, volteo a donde está ella.

Esta mujer no tiene ningún derecho de exigirme algo, menos sobre mi hermana.

Cecilia forma una línea recta en sus labios, se le nota que quiere perder los estribos, pero su intachable actuación no puede perder credibilidad. ¡Es una arpía interesada!

— ¡Lola! —exclama Leslie abrazándome.

Mi alegría está aquí. Es esta chica de doce años con su cabello castaño oscuro que la hace lucir preciosa, muy diferente a mi rubio, pero ella sacó el color de cabello de mamá. Su complexión rellenita es de puro amor; Leslie es una adolescente adorable e inteligente. Muy hermosa.

Leslie es mi hermana, mi familia, el recuerdo de mis padres, ella es mi luz.

—Mi pequeña, te he extrañado. —La abrazo fuerte.

—Adorable —murmura Cecilia con sorna en su voz.

Qué mujer tan desagradable.

—Vámonos, Les. —Dejo de abrazarla y tomo su mano.

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