Capítulo XXX

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Camino a su lado sin dirigirle la mirada, directo a la salida de la escuela, él me llama pero lo ignoro.

El aire frío de la ciudad se cuela por mis narinas al momento de salir, mi cabeza está entumecida, no puede ser.

— ¿Qué escuchaste, Lola? —cuestiona detrás de mí.

Sigo caminando hasta el estacionamiento en busca de su auto, no sé qué decirle, no quiero hablar.

—Lola, mírame —dice adelantándose a mi paso y ahora está justamente en frente de mí.

Le miro a los ojos, buscando la verdad en ellos, pero sólo veo preocupación y culpa, la misma mirada de la otra vez.

— ¿Quién era? —Es lo único que digo.

Aprieta su mandíbula sin dejar de mirarme, en un momento observa donde estamos y toma de mi mano para acercarnos a su auto, la suelto de inmediato y abrazo mi cuerpo con mis brazos.

Gruñe.

Llegamos a su auto y apoyo mi espalda en él.

—Uhm... mi madre —responde inseguro.

Levanto una ceja, no sé si creerle, discutirle algo más. Recuerdo las reglas y una punzada de dolor en mi pecho se hace presente. Siento el nudo en la garganta, con esas reglas no puedo hacer más nada, todo lo que tenemos solo es un acuerdo sexual, pero demonios, duele no ser nada más. Pero por otro lado, también estoy cansada de sus respuestas inseguras, de que me mienta.

—Llévame a casa —le digo con voz quebrada.

Él intenta acercarse.

—Son las reglas, lo sé, no puedo preguntar sobre tu vida privada —le recuerdo en voz baja.

—No es eso, Lola —murmura.

—Soy tonta, a veces olvido nuestro acuerdo, pero luego estás aquí, en una de las presentaciones escolares de mi hermana, adentrándote a mi vida y de ti, Roger, yo no sé nada.

Tenso mi mandíbula, no quiero llorar enfrente de él, vería que me hace vulnerable, que soy débil ante él, que me gusta demasiado y que quiero más, mucho más.

Busca las llaves en los bolsillos de sus pantalones, desactiva la alarma y desbloquea las puertas del auto, sin pestañear abro la puerta del copiloto.

Veo fijamente a la nada, sumida en mis pensamientos. Cuando avanzamos dos pasos, retrocedemos tres. Nunca vamos a avanzar realmente, nunca tendré ese «más» de él, esto será solo un acuerdo sexual que durará dos meses y listo, cada quien olvida al otro después de ello.

Lo triste es que queda menos de un mes para que acabe.

NO DIGAS NADA Y DISFRUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora