Capítulo XXXV

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Mi pulso es un desastre en este momento, él se acaba de declarar y yo solo que estoy aquí, parada sin decir algo. Me ha tomado de sorpresa, no me lo esperaba aunque siempre quise que me correspondiera. No sé qué pensar, ¿Él habla en serio? ¿De verdad, me quiere?

— ¿Qué? —musito casi en un susurro.

Él sonríe de ojera a ojera, mis piernas flaquean ante esa sonrisa.

—Te quiero —vuelve a repetir las dos palabras que quería escuchar. No lo puedo creer. Suspiro como una enamorada.

— ¿Quieres decir que me quieres como una amiga o para algo más que sexo, más que eso? —pregunto, aún sin entender.

Él ríe. ¿De qué nos reímos? Estoy casi que teniendo un infarto en estos momentos.

—Lola, te quiero en mi vida —responde—. Para que seas mi amiga, para que estés conmigo, para que seamos algo más, ¿qué es difícil de entender? —pregunta, sonríe de nuevo.

Estoy confundida, por un lado tengo las ganas de besarlo y demostrarle mi amor, pero mi mente aún piensa en su misterio, en sus mentiras, en su desconfianza. Todo es tan confuso.

Meneo mi cabeza.

— ¿Qué pasa con nuestro acuerdo? —inquiero.

—Podemos modificarlo —responde haciendo una mueca—. Quiero estar contigo, Lola.

— ¿Qué partes modificaríamos? ¿Vamos a seguir con él? —pregunto, necesito respuestas claras.

Recuerdo nuestras reglas:

Regla uno: No mezclar sentimientos.

Regla dos: tener sexo fuera de la empresa.

Regla tres: Seguir con mi trabajo no importa si ocurre algo entre nosotros.

Regla cuatro: No preguntar sobre la vida privada del otro.

Regla cinco: Que nadie sepa de lo nuestro.

—La de no mezclar sentimientos, la incumplimos —dice riéndose, yo me sonrojo. Fui la primera en romper esa—. Quiero saber de ti, y yo puedo contarte mi vida, mientras nos conocemos más. Solo dejaremos la que no sepan de lo nuestro, no lo hagamos público aún. Veamos cómo nos va en un tiempo, quiero disfrutar de ti antes de mostrarte al mundo. Quiero tenerte solo para mí, rubia bella —vuelve a sonreír, este hombre me tiene boba. Muy enamorada—. Y la de tu trabajo, esa siempre quedará así.

Inconscientemente mis labios se curvan mostrando poco a poco mis dientes, le sonrío feliz, él lo va a intentar.

Bueno, que me condenen, este hombre es mi perdición, y por supuesto que lo voy a besar.

Mi corazón lo elige. Elige estar con él.

Esperé tanto este momento, que no puedo creer que él se me haya declarado. ¡También me quiere!

Me tiro a él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, él aparta las flores y los chocolates, extendiendo sus brazos para que yo lo pueda abrazar bien. Mis labios tocan los suyos. Lo beso demostrándole todo mi amor, todo la felicidad que estoy sintiendo al saber que él también me quiere.

Nuestro beso es calmado, completamente opuesto a mi pulso. Intenta rodearme con sus brazos para poder acércame más a él. Explora mi boca pacientemente; delicado, dulce, como si planeara mantenerme así por el resto del día.

Estoy intentado buscar la paciencia que de alguna forma él muestra, pero es imposible, sus labios se mueven más rápido y esto se va a descontrolar en cualquier momento.

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