Capítulo II

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Eso fue un poco extraño, ¿qué hacía él cerca de la entrada del sótano de la empresa?, debí preguntar, pero hubiese sido muy raro. Además, es su empresa, es el jefe, puede estar donde quiera.

Yo lo haría.

Meneo mi cabeza, restándole importancia al haberlo conocido, pero si me hace un poco de ruido haberlo visto allí. No es muy común que además de Laura y yo, haya personas transitando por el sótano de Sunshine.

Salgo del edificio azulado y me dispongo a cruzar la calle para tomar el metro-bus King County; mi apartamento no está lejos, pero debo tomarlo para llegar a la avenida donde queda ubicado.

Tengo días sin ver a mi hermana, mañana debo ir a visitarla. Odio que ella tenga que esperar un poco más para que viva conmigo, todo ese papeleo de custodia es jodido, pero sé que podré buscar la forma. No puedo quedarme de brazos cruzados, tengo que seguir luchando por su custodia.

Sé que pronto estará conmigo.

Desde hace casi tres años, cuando mis padres murieron, la custodia de mi hermana Leslie fue dada a mis vecinos –los que vivían a lado del apartamento donde vivía con mis padres y mi hermana en ese entonces–. Se la dieron a ellos porque yo no tenía un trabajo estable, un subsidio del Estado o una de esas estupideces económicas, los jueces no pudieron darme la custodia completa de mi hermana.

Suena absurdo, pero así es la justicia de este país, entonces un juez decidió que mis vecinos, los que estuvieron ahí cuando unos imbéciles entraron en la casa de mis padres, los asesinaran por resistirse y no decir dónde se encontraba el dinero que mi padre había ahorrado por tanto tiempo para mi universidad y otros gastos de la casa. La mayoría del dinero lo había gastado con anterioridad. Él no tenía nada.

Pero ellos no lo sabían y, aun así, decidieron asesinarlos.

Mi padre no creía en bancos, él guardaba cada dólar en efectivo, porque según él: «Era seguro para todos».

Igual llegaron, los robaron y mataron.

La vida es jodida, pero existen personas crueles que pueden destruirte a su antojo.

Ese día yo estaba en casa de una amiga de la universidad, mi pobre hermana de tan solo nueve años fue la que tuvo que presenciar todo mientras se escondía debajo de una mesa.

Mis vecinos estuvieron ahí, no exactamente en la casa, pero si vieron todo desde sus ventanas y no hicieron nada, cuando ya los habían matado fueron que llamaron a la policía; para nada porque ya estaban muertos y mi hermana lloraba sin parar.

Ese día yo no estaba en casa, y fue lo que más me dolió, enterarme que todo eso había ocurrido en mi ausencia. Tal vez, si hubiese estado allí, los hubiese ayudado... pero también pienso que pude haber muerto con ellos.

Quiero tanto decirle a mamá que estoy lista para mi examen final, sé que podré salir bien, Cristina me ha ayudado en todo.

Subo las escaleras hasta el piso de mi apartamento, Leslie debe estar esperándome para que podamos ver el programa de televisión de las noches, tarareo una canción y llevo mi bolso colgando en mi espalda.

Me sorprendo cuando hay muchas personas al frente de mi casa, hay policías, gente consternada cuchicheando entre sí. Los miro con el entrecejo fruncido, confundida por la situación.

Permiso le digo a una señora que está enfundada en una bata y pijama.

Me hago paso entre la gente para poder llegar a la puerta de mi hogar, pero me alarmo cuando veo a Leslie llorando desconsoladamente en los brazos de nuestra vecina Cecilia. Corro hasta ella.

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