Capítulo XXXVIII

20.8K 1K 303
                                        

Visualizo la entrada del hospital, corro rápidamente a la recepción para preguntar por mi hermana. Mis manos tiemblan, mi respiración es entrecortada, ¡Por favor Diosito, que a mi hermana no le haya pasado nada! Ruego mentalmente porque todo esté bien.

Más temprano estaba en la empresa, Laura y yo estábamos realizando el balance que debemos enviar a presidencia, el típico de la semana; cuando una llamada entra a mi teléfono y me dicen que es del hospital de Seattle, mi mundo se detuvo en ese momento, porque sé que si me llaman a mí, es por mi hermana. La tengo registrada en un seguro médico y soy su contacto de emergencia.

—Buen día, ¿hablamos con Lola Walts? —pregunta la voz de una mujer.

Extrañada respondo—: Buenos días, sí, soy yo.

—Estamos llamándola desde el hospital de Seattle para informarle que hace aproximadamente treinta minutos, su hermana Leslie Walts fue ingresada por una fractura en su brazo derecho. Tuvo un altercado en la calle y los transeúntes la aproximaron hasta el centro de servicio.

Mi cabeza se paralizó en el momento en que mencionó a Leslie, trato de respirar, pero no se me da bien. Recuerdo haber dejado a mi hermana en la escuela esta mañana, la llevé en taxi hasta allá. Mi garganta se ha encogido. ¿Qué le ha pasado a mi niña?

Laura me mira con sus cejas arqueadas, me pregunta si estoy bien, yo solo escucho a la mujer hablar por el teléfono pero no entiendo nada.

— ¿Ella está bien? —Es lo único que me sale en un hilo de voz.

Resopla la enfermera del otro lado de la línea.

—Sí, señorita Walts. Necesitamos que venga inmediatamente a confirmar los datos de su seguro médico y esté con la menor. Ella solo quiere que usted venga. Dijo que es su hermana.

No llevo con ella ni un mes y esto está pasando. ¿Altercado? ¿Un asalto? Mi mente vuela a mil por horas. Recuerdo que Cecilia y George siguen prófugos de la justicia, ¿y si fueron ellos? ¡Oh señor, no!

En ese momento tomé mi bolso, le dije algunas palabras a Laura y salí rápido de Sunshine, intenté llamar a Roger para que me llevara o me acompañara, pero su teléfono me mandaba a buzón.

Han pasado dos semanas de la audiencia de mi hermana, los engañosos no han aparecido, la policía los busca por todos lados, pero no los han podido encontrar. Es como si la tierra se los hubiese tragado. Todo por mi culpa. Hemos vividos estas semanas en zozobra.

Son las tres de la tarde, llego al hospital, está un poco tranquilo.

—Buenas tardes, señorita —saludo a la enfermera que está anotando algunas cosas en una planilla, ella me observa y deja de escribir—. Soy Lola Walts, estoy buscando a Leslie Walts, es mi hermana de doce años, me dijeron que llegó hace aproximadamente una hora y tenía una fractura en un brazo.

Usain Bolt, el atleta, se quedó corto con la rapidez en que mis palabras salieron de mi boca, creo que la enfermera no entendió lo que dije. Pero me doy cuenta que sí entendió.

—Leslie Walts está en la sala de emergencias. Primero debe confirmar sus datos para el seguro médico y luego puede pasar a donde está la joven.

Asiento. Busco en mi bolso la información del seguro médico y le indico el número. Ella anota pacientemente todo, luego de algunos minutos donde mis manos no dejaron de temblar ni mi corazón dejó de estar acelerado, concluyó con el pago del hospital y me indicó el lugar en donde estaba mi hermana.

Mis manos todavía tiemblan, camino hasta la habitación donde se encuentra Leslie, abro la puerta y ella me mira con sus ojitos café. Lleva raspones en sus brazos y un pequeño morado en su mejilla. Mis ojos se humedecen y me enojo por lo que le sucedió.

NO DIGAS NADA Y DISFRUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora