Capítulo XX

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Al día siguiente de nuestro encuentro de reconciliación, estuve en la oficina, terminando de calcular el balance que debo presentar a presidencia dentro de dos días, ya no estoy tan nerviosa porque será con Roger, y espero que él se comporte.

Yo intentaré hacerlo.

Camino por las calles de Eastlake, iré a visitar al señor Juancho, quiero comprarle a Leslie las paletas que le encantan antes de irme a la oficina. Llego a su negocio y lo saludo con una sonrisa.

—Buenos días, señor Juancho, tenía tiempo sin verlo.

Señorita Lola, tenía mucho tiempo sin venir. —Pronuncia la palabra señorita en español y le sonrío. Siempre lo hace.

—He estado muy ocupada últimamente, pero quería venir a saludarlo y ver si tenía de esas paletas de caramelo que trae de México para regalarle a mi hermana. —Miro el local, es pequeño. En los estantes tiene de todo tipo de golosinas.

—Está de suerte porque sí tengo. —Se agacha para abrir la puerta cristalina del mostrador.

Río porque no había notado que si habían.

El señor Juancho me entrega una paleta muy grande de varios colores, sé que a Leslie le gustará.

Le sonrío al mexicano, saco el dinero de mi monedero y pago el dulce.

—Muchas gracias, señor Juancho. —Intento decir la palabra señor en español.

Él se ríe y me felicita.

—Lo hiciste muy bien. —Guardo mi monedero en el bolso. Le miro—. Espero verla más seguido.

—Sí, amo su pequeña bodega, y me gusta comprar aquí. Además queda cerca de mi casa.

—Tenga un feliz día. —Me sonríe y me tiende la mano.

Le devuelvo el saludo, estrechándola de vuelta.

Él tiene muchos años, es un abuelo muy tierno, todo rechoncho y amoroso. Siempre es amable y cada vez que vengo a su pequeño negocio, me atiende con toda la amabilidad del mundo.

Es bueno ver que a pesar de su edad, él sigue trabajando.

—Igual usted, señor Juancho.

Salgo de la tienda, guardo el dulce en mi bolso y me dirijo a la estación del MetroBus, que me lleva hasta el centro de Seattle, donde está Sunshine.

La parada queda cerca de mi apartamento, eso es lo bueno de esta zona, aunque la renta sea un poco costosa, me gusta el lugar.

Llega el autobús, subo y saludo al conductor.

En todo el recorrido hasta llegar al trabajo, he pensado en cómo Roger me hizo sentir anoche, que estuvo en casa de nuevo; fue algo increíble, tiene una pasión al hacerlo, es varonil y tan seductor.

Por eso es que le llamo Roger buen polvo Butler.

Luego de haber tenido varios rounds, él no quiso quedarse, recalcó que había trabajo hoy y teníamos que estar descansados.

Mentira, porque a pesar de que se fue casi a la una de la madrugada, muero de sueño, pero estoy feliz porque pudimos arreglarnos y seguir con nuestro acuerdo.

Soy una testaruda por seguir este juego, sé que me quemaré.

Pero disfrutemos el juego mientras dure aunque me queme.

Me doy cuenta que he llegado a Sunshine, me despido del conductor y bajo del autobús, voy bien abrigada porque esta mañana amaneció siendo muy fría.

NO DIGAS NADA Y DISFRUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora