Capítulo Tres - Conociéndonos.

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Llegó un auto para llevarnos al hospital. Nos subimos y el viaje fue de lo más incómodo: eso que había sentido mientras estábamos en el piso se vio interrumpido terriblemente. No por él, Noah solo me miraba siempre con una hermosa sonrisa, todo tenía que ver con el chofer que nos miraba por el espejo. Sentía sus ojos sobre nosotros como un fantasma, era horrible. Me sentí aliviada cuando llegamos, él me ayudo a bajar poniendo su abrazo alrededor de mi cintura para que pudiera moverme mejor.
Entramos al hospital y nos sentamos para esperar a que me atiendan. El lugar me asombró: los amplios pasillos blancos se veían muy diferentes a los de mi país, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Y yo también me sentía muy diferente. En el fondo de mi corazón, mi único deseo en ese momento era que el médico tardara mucho, que tuviera que atender a muchísimos pacientes antes que a mí, que tardara años: yo quería pasar más tiempo con ese chico rubio que me había chocado en la calle, sus ojos y su sonrisa me hacían querer conocerlo mejor.
- Bueno, ¿y qué hacías? Digo, ¿qué estabas haciendo cuando te choqué y te hice caer?
- ¡No fue tu culpa! - al decir eso me miró con una expresión que decía "no te creo" - Estaba yendo a inscribirme a un curso de Inglés. Por eso estoy acá, en realidad soy de Argentina, estoy en un viaje de intercambio.
- Ahora entiendo todo, tu acento es demasiado lindo como para ser inglesa.  
Y en ese momento sentí mis mejillas volviéndose rojas como tomates. Qué novedad, era algo que no podía controlar. Esto siempre me pasaba, pero ahora era diferente: pocas veces había recibido halagos como este. 
Nos quedamos hablando, le conté cómo era mi vida en Argentina y todo lo que tuve que hacer para poder estar en Inglaterra estudiando. Le conté sobre la beca, sobre cómo pensé que no iba a poder ganarla y la sorpresa que fue recibir la noticia de que la vacante era especialmente para mí. Él me miraba nada más, me hacía preguntas y decía cada cinco minutos algo que me hacía reír. O sonrojar.
- Bueno ahora contame algo de vos, ya hablé mucho. - Él me miro con una expresión extraña y después sonrió y miró para otro lado. Me puso un poco nerviosa, ¿se habrá dado cuenta de que soy muy fanática de su banda y de que por dentro estaba gritando como loca? Espero que no. 
- Creo que ya sabés bastante sobre mí. - me dijo. 
- ¿Fui muy obvia?
- No, pero me di cuenta por tu carpeta, tiene algunas fotos mías y de los chicos.
- Eso no lo había pensado -  Lo miré sonriendo y él me estaba mirando con esos ojos que tanto me gustaban.
- Es increíble que no me hayas pedido una foto, o que no hayas empezado a gritar o algo parecido. Pensé que iba a ser cuestión de un minuto para que te vayas a contarle al mundo que me habías conocido.
- Juro que me tuve que contener. - le dije, y después eché una carcajada - No, mentira. Fuiste muy amable conmigo, no estaría bien que haga eso. Y la verdad es que no podía pensar en mucho más que en el dolor en mi tobillo. Además no tengo probarle a nadie que te conocí, la verdad es que tuve suerte de chocarme con alguien que se preocupe por lo que pasó y me ayude como lo estás haciendo. 
- Y yo tuve suerte de encontrarte. Me gusta hablar con vos. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora