Capítulo Cinco - Primera salida.

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Me desperté muy temprano, sin haber puesto ninguna alarma. Fue terrible: yo quería despertarme tarde para no tener que esperar mucho para el mediodía y, al final, terminé sintiendo que la mañana era eterna. Estuve varias horas esperando que sea tarde, que se haga de una vez la hora en la que Noah me pasaría a buscar. Mientras tanto, decidí poner una playlist de Skies para entretenerme y, mientras tanto, desayuné, me bañé y desarmé mis valijas para ver qué podía usar. Decidí ponerme una pollera con un saco rosa y una remera blanca. Típico en mí usar ropa de colores claros, mi mamá siempre me aconsejaba que cambie la paleta de colores pero para mí era muy difícil: esta paleta era mi zona de confort. 

Me dediqué a acomodar mi ropa en los estantes y ordenar los muebles de la habitación. Estaba muy contenta con el espacio que me habían asignado: era una habitación grande, con muebles de madera y un gran ventanal desde el que podía ver toda la ciudad. Con mi ropa y mis cosas ya ordenadas, sentía que estaba preparada para que ese espacio fuera mi hogar en los próximos meses. Cuando terminó el momento de ordem, miré el reloj y eran las 11:30, Noah pasaría por mí a la una.

Me recosté a leer un rato, así es como mi tiempo se pasa más rápido. Estaba leyendo una de esas novelas de romance típico que se encuentran en las librerías cerca de la playa en mi país. Yo sabía que no eran grandes historias, pero eran historias que me hacían muy feliz. Cuando miré la hora de nuevo ya era tiempo de cambiarme. Me preparé y bajé al lobby del hotel para esperar a Noah.

Llegó puntual, justo a la una. Llegó caminando, ¿habría venido de esa manera o en el auto? Al llegar me miró con una sonrisa y me recibió con un beso en la mejilla.

- Hola Bri, ¿cómo pasaste la noche?

- Bien, creo que mi tobillo ya se esta por curar del todo. ¿Vos? ¿Cómo estuviste?

- Bastante ansioso a decir verdad. ¿Vamos?

Nos subimos al auto, finalmente me di cuenta de que había venido en el auto y que este nos esperaba un poco alejado del hotel. Fuimos hasta el lugar donde almorzaríamos. Debí imaginarlo. Era Nanda, su restaurante favorito. Lo sabía porque tanto mis amigas como yo teníamos muy en claro esos datos específicos.

Bajamos y ocupamos una mesa chiquita, para dos. Charlamos un rato de lo que hicimos en la mañana y luego hicimos nuestra orden.

- Vas a enamorarte de este lugar. -  Me dijo cuando sirvieron la comida. 

- ¿Seguro? Tengo gustos bastante raros en la comida, ¡espero que tengas razón! - Dije y después probé un pedacito de lo que me habían traído. Mi cara de sorpresa fue impresionante.

- Te lo dije. - Dijo él entre risas.

- Dios, es increíble. ¡No puede ser tan rico esto! -  Noah seguía riendo, se veía que estaba disfrutando.

- Creo que si te gusta tanto tendré que traerte más seguido. - Sonreí, y pensé que era una de las mejores ideas que había escuchado en mi vida.

Pasamos más o menos dos horas juntos almorzando, riéndonos mucho, contándonos cosas sobre nuestras vidas. Noah era increíble, cada minuto que pasaba me hacía querer pasar más tiempo con él. Todo lo que decía, la forma que tenía de hablar, su manera de pensar, su sonrisa, sus ojos, su facilidad para hacerme reír, todo eso me estaba haciendo sentir rara. Estaba sintiendo algo que nunca antes había sentido.

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora