Capítulo Quince - Calculador.

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La noche siguió muy hermosa: seguimos jugando de manera mucho más relajada y sin nerviosismo. Noah y yo siempre en contacto de alguna manera, pero completamente conectados con el grupo. Hubo muchos momentos de risas a carcajadas, de historias muy extrañas y de charlas interesantes. Ya entrada la noche, nos despedimos de los chicos y Noah me alcanzó al hotel y luego fue a su casa.
Cuando llegué me puse el pijama y fui directo a la cama. Había sido un lindo día pero tengo que admitir que se me hizo muy largo. Primer día de curso, almuerzo con Noah y cena con los chicos.
Me recosté y no pasaron cinco minutos que sonó mi celular.
"Ya te extraño." Era Noah. Sonreí. 
"¿Y yo? No te das una idea"
Dejé el celular a un lado y me quedé dormida. El celular no volvió a sonar en treinta minutos hasta que me llegó un mensaje. La vibración del celular contra la madera del mueble en el que lo había apoyado me sacó del sueño. 
"Lo siento, te extrañaba mucho y no me pude contener." Noah otra vez. ¿De qué estaba hablando? Le mandé exactamente eso como respuesta. "¿De qué estas hablando Noah? Creo que te volviste loquito..." Ni bien mandé el mensaje tocaron la puerta.
Reprimí una risa y me alboroté en mi cama. Caminé hasta la puerta, intentando acomodar mi pelo que ya era un desastre, tratando de lucir un poco mejor de lo que lucía así, en mis pijamas y completamente desmaquillada. Abrí y unos labios cálidos chocaron los míos. Le devolví el beso y empecé a reír.
- Ahora todo tiene sentido.
Él se rió y me abrazó.
- Lo lamento hermosa, no podía quedarme solito en mi casa cuando sabía que vos estabas solita acá.
- ¡Estás loco Noah! ¡Mañana tengo que ir al instituto! - Le dije dándole un beso rápido.
- Entonces mañana te llevo al curso y después voy al estudio que tengo que seguir grabando. Está todo fríamente calculado. Como si hubiera tenido todo el plan armado en su mente antes de hacerlo realidad. 
- Ay, qué tierno calculador. 
- Y además calculé que también estarías muy aburrida sin mi y traje unas películas para cuando estés solita.
- En serio te gusta calcular todo. - Lo besé otra vez y lo tomé de la mano para sentarnos juntos en el sillón.
Nos sentamos y él pasó su brazo alrededor de mi cintura. Yo me recosté sobre su hombro. De repente, el peso de la felicidad me abrumó. 
- Me gustaría que estos tres meses sean eternos. - Le dije pensando en que en algún momento esto iba a acabar, yo volvería a Argentina y él se quedaría acá. La sola idea cruzando mi mente me hizo sentir extraña. ¿Podría, después de todo lo que estaba viviendo, despegarme de él? Yo sabía muy bien que él tenía su vida acá, sus amigos, sus proyectos. Y que yo, de alguna manera, seguía teniendo mi vida en Argentina, mis amigas, mi familia, mi hogar. Dudé un segundo, ¿y si todo esto era demasiado y me estaba metiendo en una situación que después me daría más sufrimiento que felicidad?, ¿y si todo esto que ahora era hermoso después se convierte en algo terrible?
Noah me abrazó fuerte y los pensamientos se fueron corriendo.
- No pienses en eso amor, falta mucho. Disfruta lo que pasa ahora. - Me dio un beso en la frente.
Noah tenía razón: faltaba mucho y tenía que disfrutar de todas las cosas hermosas que estaba viviendo en ese momento. Tenía que parar con esas sensaciones. No tenía que pensar en eso. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora