Capítulo Seis - Sentimientos.

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Luego de almorzar caminamos un rato por la ciudad, la ciudad de mis sueños. Noah me mostró lugares que él amaba y me contó sobre todo lo que había hecho para venir a vivir a Londres, porque él era originalmente de Irlanda. 
- Me imagino que no debió ser fácil dejar así a tu familia. - le dije mientras caminábamos. 
- Claro que no lo fue, pero este es mi sueño, es de lo que quiero vivir y creo que eso vale la pena.
- Se nota que lo vale, y se nota que en serio amas lo que haces. - Me daba cuenta el dolor que tenía por dejar Irlanda, pero todo lo que él había sacrificado valía la pena por lo que estaba viviendo ahora.
- ¿Y qué es lo que te gusta hacer a vos? ¿Cuál es tu sueño? -  Me preguntó mientras caminábamos, el sol nos daba en la cara y resaltaba sus ojos. Era difícil hablar mirando esos ojos.
- Bueno, en cuatro días empiezo mi curso de inglés. Mi sueño era conocer este lugar, y la verdad es mucho mejor de lo que pensé.  
- ¡Creo que hablás muy bien en inglés! ¿Para qué seguir estudiando?
- Necesito mi título, al final del curso, dentro de tres meses, tengo que dar un examen. En Argentina ayuda muchísimo a conseguir trabajo saber inglés, y creo que puedo encontrar buenas cosas para hacer. Me gusta mucho la literatura y creo que podría trabajar en ese ambiente.
- Yo sigo pensando que tu acento es lindo, espero que el curso no lo cambie.
- Prometo que no lo va a cambiar.
Se acercó a mí mucho más de lo que estaba, dejamos de caminar, él me miraba fijo a los ojos, yo solo sonreía seguramente con mi cara roja como un semáforo.
- ¿Lo prometes? - Dijo casi susurrando.
- Lo prometo.
Siguió caminando como si nada hubiera pasado. Me quedé parada en donde estaba, no sabía que hacer ni que decir. Cuando se dio cuenta de que no lo seguía me dijo:
- ¿Te vas a quedar ahí para siempre? ¡Vamos! Te quiero mostrar un lugar!
Sin ponerme demasiado nerviosa, lancé una carcajada y corrí hacia él hasta alcanzarlo.
- ¿Qué lugar me vas a mostrar?
- Mi parte preferida de Londres.
Sonreí y seguí caminando con él. Durante el camino seguimos hablando y riendo. Él de a ratos se quedaba callado mirándome nada más. Ahí es cuando yo sonreía y sacaba cualquier tema de conversación con el que, fuera lo que fuera, terminábamos riéndonos como desquiciados. Le hablé sobre historias de mi familia, sobre anécdotas de mis amigas, incluso llegué a contarle sobre los últimos libros que estuve leyendo. Todo para él era interesante, incluso esas cosas que para mí sonaban como lo más normal del mundo. 
Entramos en un edificio enorme, era muy grande y lujoso.
- Tenés que quedarte callada.
- Bueno. Pero... ¿a dónde vamos?
- A la cima.
Me tomó de la mano y empezó a correr hacia una puerta que decía "Propiedad Privada". Entramos y empezamos a subir escaleras hasta llegar a la terraza. La verdad es que la subida fue muy rápida y cuando las escaleras terminaron, estábamos los dos bastante agitados. Pero cuando llegamos a tierra firme y logramos recuperar la respiración, miramos alrededor. Y ahí vi lo que siempre había soñado con ver.
El atardecer en Londres, con las nubes oscureciéndose poco a poco y las luces prendiéndose en toda la ciudad.
- Noah, esto es lo más hermoso que vi en toda mi vida.
Él sonrió y se quedó mirándome. Seguíamos tomados de la mano.
- Me alegra que te haya gustado. Sos la primera persona a la que se lo muestro. 

Apareciste como un sueño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora